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Son días de fútbol y de informaciones deportivas que alcanzan el rango de noticia porque cualquier milonga ligada al Mundial vende. ¿Vio el otro día las imágenes de unos aficionados de Arabia Saudí que, tras meter un gol a Argentina, uno de ellos arrancaba la ... puerta de la casa y salía corriendo con ella a cuestas para lanzarla al exterior del patio? El video se ha viralizado, lógicamente y aún me dura la risa recordando el nivel de 'garrulismo' del personal. Para muchos, la celebración de un Mundial supone sacar el Hulk que llevan dentro.
Algo más fina tienen la piel esos jugadores y artistas que protestan por la celebración del Mundial en el Emirato de Qatar, donde los billetes casi caen del cielo gracias a la explotación de gas y petróleo. Si el euro fuera su moneda de curso legal, seguro que los billetes de 500 desaparecieron de España para llevárselos allí. Pocas cosas se resisten a una potencia económica como la de cualquier Emirato que evoluciona y se desarrolla a golpe de talonario. ¿Quieres un Mundial? Lo pagas, lo tienes. Me ha parecido coherente la decisión de ciertos artistas a no actuar en la gala de inauguración del Mundial, por lo tanto, a no ganar dinero, por los desacuerdos o controversias a la hora de gobernar y por la vulneración de derechos en ese país de Medio Oriente, como en tantos otros.
Sin embargo, la polémica levantada por muchos jugadores al querer ponerse un brazalete en señal de protesta por la vulneración de los derechos humanos, me parece un acto propio de revolucionarios de pacotilla. Qatar no es conocido precisamente por ser un Emirato que valore y priorice la igualdad en dignidad y derechos, la libertad o la independencia. Es un pequeño país cuya renta per cápita supera los 60.000 euros frente a los 30.000 euros de España y donde casi todo se consigue a golpe de talonario, a veces de manera legal y ¿en otras de forma ilegal? ¡No por Dios! Un país donde las mujeres sienten a diario la represión, pero no desde el inicio del Mundial, pues son cadenas culturales muy arraigadas y lejanas.
Pues ahora vienen unos cuantos peloteros millonarios a ponerse un brazalete en señal de protesta, pero que saltan al mismo campo de juego donde se dice que han fallecido hasta 65.000 personas para la construcción de esas instalaciones. A los de las protestas les diría: quedaos en casa e indignaos ante el mundo sin ir a la selección de vuestro país y dejando de ganar lo indecente que os van a pagar por el Mundial en Qatar. Sí, sí, mucho brazalete, pero que no se respire miseria.
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