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Qué responsabilidad tienen las administraciones públicas, los gobernantes, en las muertes que por diversas causas se registran cada día en España? En principio, uno pensaría ... que es muy limitada, que el riesgo cero para las personas no existe, y que los ciudadanos deben asumir que hay causas que exceden el poder de los dirigentes, a los que no se puede culpar de todo lo que sucede a nuestro alrededor. Pero desde hace años se ha impuesto la tendencia de exigir más y más derechos y de negarse a asumir obligaciones. Lo que, a su vez, lleva aparejada la exigencia de responsabilidades a los que mandan, con razón o sin ella. También ellos, los políticos, han contribuido a fomentar el que se les señale a la menor ocasión.

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Porque si el ministro del Interior y el director general de Tráfico se atribuyen el éxito de la disminución de víctimas en los accidentes de tráfico, por la misma regla habrá que concluir que cuando la estadística aumenta es porque su gestión ha fracasado. Y a lo mejor no es así, sino que sencillamente se ha multiplicado el número de desplazamientos, o el parque automovilístico ha envejecido y, en consecuencia, es más proclive a sufrir siniestros. Pero da igual, una vez abres el melón ya no se puede volver a cerrar. Así que tras esta larga introducción y yendo al caso que nos ocupa, ¿de quién es la culpa del incremento de muertes por violencia machista o de género o como quieran llamarla (me da igual el término, lo que me preocupa es la tragedia de las mujeres asesinadas)? Jamás se me hubiera ocurrido afirmar que al Gobierno haya que exigirle cuentas por estos crímenes, cometidos por personas sentimental e intelectualmente desequilibradas que no pueden soportar una separación o que actúan como si su esposa, novia, pareja o ex fuera de su propiedad, un objeto a su disposición.

Pero el caso es que los que ahora mandan -y sobre todo, las que- acusaban a los gobernantes en periodos anteriores, con el PP al frente del Ejecutivo, de cada muerte que se producía por esta causa. De lo que cabrá derivar, aplicando su teoría, que las políticas del Ministerio de Igualdad han fracasado estrepitosamente y que cada nuevo asesinato es responsabilidad de los gestores públicos, se llamen Irene Montero, Victoria Rosell, Fernando Grande-Marlaska o el mismísimo Pedro Sánchez. ¿Descabellado? Seguramente. Aunque a muchos no se lo parecía cuando hace unos años reclamaban con vehemencia a los dirigentes del PP acerca de las medidas urgentes que estaban tomando para acabar con una lacra que cada semana añadía nuevos nombres a la macabra lista de fallecidas. Lo de siempre, o café para todos o café para nadie.

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