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Los retos de la orientación escolar

Los retos de la orientación escolar

EL ESTADO DE LA EDUCACIÓN ·

La Conselleria de Educación ha presentado un nuevo modelo que contenta a los directores de los colegios y disgusta a los servicios psicopedagógicos

PABLO ROVIRA

Martes, 26 de enero 2021, 07:38

Se pretende incorporar la figura del orientador en los centros de Primaria?», le preguntaba al secretario autonómico de Educación en febrero del año 2016. «Está en debate el modelo de orientación, pero no hay una decisión tomada», respondía Miguel Soler. Unos meses antes, el Partido Popular acudía a las urnas de 2015 con un programa electoral que proponía esta incorporación. Hubo cambio de gobierno y los entonces nuevos responsables han tardado un lustro en decidirse. Cinco años después, la Conselleria ha presentado un nuevo modelo de orientación que recoge esta idea, lo que ha contentado a los directores de los colegios de Primaria y Especial y ha disgustado a los SPE, los servicios externos que hasta ahora centralizaban la orientación escolar en Infantil, Primaria y Especial. Los institutos sí tienen su departamento.

Por tanto, la lectura de la nueva propuesta puede ser interpretada tanto como qué buena idea como con un «ya era hora». La pandemia también ha podido acelerar la reforma, como reforzó los programas PROA del Ministerio o han animado a tantos ayuntamientos a intervenir con sus propios programas municipales. El confinamiento, las incertidumbres en los hogares y el impacto emocional han estirado las necesidades educativas, en su más amplio sentido, de los niños.

Lo escribí la semana pasada, si la pandemia ha acelerado de forma tangible la digitalización de las aulas, existen otras tendencias, quizás más invisibles, que también se han acelerado por estas excepcionales circunstancias. Una de ellas es la orientación, como respuesta al avance hacia una atención más integral que supere lo curricular.

Éste es quizás el reto más general que lleva a impulsar la orientación, el acompañamiento, la tutorización del alumno, la formación integral. En cambio, con las actuales ratios, es difícil alzar los ojos de los trámites y los papeleos. «Al orientador de mi instituto solo iba cuando hacía alguna trastada», me contaba recientemente un joven. Seguro que a dicho orientador le hubiera gustado disponer de horas para llegar mejor.

La segunda de las urgencias es sobre la orientación académica y profesional, que ahora se le cambia de nombre. Nos hemos acostumbrado tantos al abandono que ya no nos impacta, como los meses de fallecimientos no impiden que sigan montándose fiestas clandestinas. Uno de cada tres universitarios no finaliza el grado que comenzó y los abandonos en primer curso, sea la universidad o los distintos grados de Formación Profesional, también se cuentan con doble cifra. Suena economicista, pero invertir en orientadores en ESO y Bachillerato es incluso rentable, ahorra costes de escolarización ineficaces y, sobre todo, años de estudios infructuosos a los jóvenes. Algo se mueve, como el modelo Xcelence de la Fundación Bertelsmann que adapta el programa británico de los 'Careers leader'.

La tercera es la referida a la escuela inclusiva, y aquí se integra de manera especial el nuevo modelo de la Conselleria. El paso de la utopía a la realidad pasa por los recursos, de especialistas sí, pero también de introducir nuevos perfiles en los centros si hablamos de una inclusión integral, incluso, sobre las desigualdades de origen. Orientadores, especialistas, trabajadores sociales y, como defienden sus asociaciones profesionales, educadores sociales.

En su propuesta, la Conselleria de Educación eleva a 801 los orientadores para los colegios valencianos. No toca ni a uno por colegio.

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