Un retrato y mucho más
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Tienda de campaña ·
No solo es un lienzo oficial, sino el minucioso mosaico de una ciudad, un tiempo de cambio y una alcaldesaNo he tenido ocasión de ir a verlo de cerca. Pero estoy seguro de que el retrato que Luis Massoni ha hecho de Rita Barberá no es solo el de la alcaldesa que más años ha estado al frente del Ayuntamiento sino el dibujo exquisito y preciso de una ciudad, de toda una sociedad y de un tiempo de España.
Lola Soriano, en su estupenda crónica del miércoles, habló de la súbita 'aparición' del lienzo en la galería de retratos municipal. Y nos adelantó todos los detalles. Porque si el cuadro no ha sido presentado, ni instalado oficialmente, sino que de repente está a la vista donde nada había, estamos hablando de la existencia de una intención, de una determinación premeditada. Hablamos, claro, del deseo municipal de cumplir con una obligación establecida; pero de hacerlo sin ganas, sin reconocimiento, sin el más mínimo protocolo y deferencia no solo a una persona, sino a un cuarto de siglo de vida y afanes de una ciudad. Llenos, por cierto, de gente que no solo votaba por miles, sino que como mínimo respetaba a la persona llamada Rita Barberá.
Debe decirse claro: Compromis, y con él esa rémora que en ocasiones parece el PSOE, no estima a la alcaldesa Barberá, como todos sabemos, sino que ignora deliberadamente un tiempo y momento de la ciudad, entre los años 1991 y 2015. En ese tramo de historia se produjo -con errores y olvidos, faltaría más- el más hondo y firme cambio de Valencia, junto con el nacimiento de anhelos que nunca habían animado a tan gran cantidad de voluntades. Sin embargo, eso, en realidad, no cuenta para el reloj político de Compromís, que apenas sabe vivir en el día a día del poder, recostado en la agitación y la propaganda, rencoroso con el pasado, amargado en la frustración de quien apenas sabe sentirse «triste vecino del sur».
Vuelvo a la descripción minuciosa de Lola Soriano como quien se adentra en el 'Jardín de las Delicias' del Bosco. Cada rincón, cada detalle de la obra, está aludiendo a una parte pequeña de nuestras vidas como vecinos. Hay monedas y anillos, collares, debates en el pleno, fotos de varias épocas y una humilde Guía de la Ciudad, de la editorial Bayarri; precisamente la de ese año 1991 en que todo empezó a cambiar. Hay también una vara de mando, el símbolo del poder conferido por la democracia en las urnas. Y, presidiendo el conjunto, una alcaldesa que se asoma a ese balcón municipal que nadie está autorizado a capitalizar. Arremangada, la mujer fuerte está dispuesta a la acción, a trabajar por la ciudad. Y no viste de rojo, como solía, sino de blanco inocente, como los candidatos al Senado en tiempos antiguos.
Es un collage. Una composición rompecabezas de Valencia, de una mujer y de nosotros mismos. Y me da en la nariz que va a ser preciso abrir al público, antes o después, esa zona vedada donde el cuadro ha 'aparecido'. Al tiempo.
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