Rezar por Resines
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Siempre me llama la atención que un no creyente pida oraciones a quienes creemos. En el fondo, esa solicitud muestra un resquicio de duda, tan humana y tan cercana al creyente, aunque cueste imaginarlo. Solo los santos rezan con total abandono; los mortales y pecadores ... como la arriba firmante tenemos nuestras prevenciones que nos impiden, hasta la fecha, mover montañas o siquiera un cubito de arena. Hace unos días fue el cineasta Santiago Segura quien pedía que se rezara por su amigo Antonio Resines. El actor está ingresado en la UCI por Covid y, aunque se encuentra estable, tiene antecedentes de salud que preocupan a sus allegados. Por eso, Santiago Segura afirmaba en Twitter: «No sé si pediros que recéis por él». Entiendo que esa referencia o ese pudor en pedir oraciones se debe no solo a su falta de fe sino a la convicción de que sus seguidores tampoco la tienen. La prueba es que continuaba apostando por la energía positiva como forma de ayudarle: «Lo que sí que os quiero pedir es que (...) le mandéis mucha energía y ánimos... (...) que se van a convertir en fuerza sanadora!». Es una forma interesante de amagar. Algo le dice a Segura que Resines necesita que le echen un mano más allá de la pericia médica, sin embargo, puestos a confiar en lo sobrenatural, prefiere hacerlo en la energía positiva antes que en la intervención divina. Entiendo que en estos tiempos de creencias 'new age', es habitual convertir a Dios en una gran energía y no descarto que haya algo de verdad en eso, aunque personalmente confío más en un ser con corazón de madre como lo presenta el Evangelio que en una central nuclear.
Tampoco resulta del todo extraña la idea del amor compartido capaz de cambiar el mundo a través de la capacidad sanadora de la energía humana. No dejan de ser fórmulas que anhelan a Dios, aunque no lo enunciarían nunca así. Es ese «estar inquieto» de nuestro corazón hasta que descanse en Él, que diría San Agustín.
En cualquier caso, me enternece que un ateo pida rezos a los creyentes. Sobre todo cuando añade la razón por la que duda en pedir o no oraciones a sus seguidores: «El rezo es una herramienta poderosa pero solo para los creyentes», dice Segura. Medir la eficacia de la oración es lo que convierte la fe en superstición tratando a Dios como una máquina expendedora de deseos. Sin embargo, confiar en ella en los momentos de mayor desesperanza mitiga ésta. Y en ocasiones, contra todo pronóstico, llega el milagro. Quizás por eso algunos agnósticos nos piden que recemos. Porque no están seguros de que estemos equivocados.
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