Al alcalde de Valencia le molesta que le pregunten si se presentará a la reelección. Pero tiene 74 castañas y llegará a las próximas elecciones ... a cuatro meses de las 76. A partir de cierta edad, la gente ya se plantea esas cosas. Recuerdo el chiste que tenía con un compañero fotógrafo del periódico, que por las mañanas al vernos le decía. «Un día más», y él respondía: «Y un día menos». A la que la empresa le hizo números y a él le cuadraron, se piró. Lo normal. Pero el alcalde ya no está para responder a nada. Está para sus cosas, las que le molan. Lo demás, paparruchas. Se ha desentrenado de la turra de los plumillas políticos, y prefiere preguntas sobre movilidad y urbanismo. Que para eso es alcalde. Pero ese argumento sólo vale si 1) eres lelo, 2) eres fan de Ribó, y 3) no quieres saber nada de política ni de quién decidirá sobre miles de millones de euros cada año. Ojo ante quien dice en serio que «la política no le importa a nadie» como prueba de que la política no es importante. Quien haga esa asociación, cuidado. Peligro. Quizá los ciudadanos no puedan pasarse el día pendientes de la política, pero claro que es importante y claro que a muchos sí les interesa. Sobre todo a los que están metidos en ella. Ribó está metido en política, y todos los que trabajan a su alrededor en particular y a su coalición en general. Aunque a Ribó no le apetezca, a veces tiene que contestar si optará a repetir como alcalde. Ahora ha dicho que anunciará su decisión «después del verano». Hace unos días dijo que «antes de acabar el verano». No contesta, ergo, se le pregunta.
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Ribó se ha convertido en el Mbappé de Compromís y, por ende, de Valencia. Que si sí, que si no. Unas veces lo ve como un «marrón guapo» y otra hasta le ilusiona. Es cansino, como lo fue la chapa con el dichoso futbolista. En la coalición están en un ay, e igual le pasa a la izquierda en general. Los datos de la encuesta de intención de voto de LP señalan que apenas ha sufrido desgaste (casi lógico, al ver cómo dosifica esfuerzos), y eso supone para la coalición el principal motor electoral para preservar su estatus, junto a Oltra, aunque ella salga muy mal valorada. La peor. En la coalición (y en el resto del tripartito, excepto Sandra Gómez, que se siente alcaldesa pero podría quedar como la menos votada de los que logren sacar concejales), le ponen velitas a todos los santos para que siga Ribó... y mientras, los partidos de Compromís recelan del «tapado» que cada uno pueda colocar a la espera de que, si Ribó dice sí y luego se retira a mitad de legislatura, puedan colocar de alcalde a su favorito. Si ganan. Muchos futuros condicionales. El primero el del propio Ribó. Qué pena estar al albur de todas esas dudas.
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