Espero que no. Cantó ha dicho adiós a la cosa esa de 75.000 claveles al año. Gozo y solaz de sus detractores (tantos y ... tantos) que como prueba de cargo de la tropelía del asunto, señores del jurado, esgrimen que la Comunidad de Madrid ni tiene sustituto para Cantó ni prisa por encontrarlo. Ni está ni se le espera, que dijo Fernández Campo. Esperemos que el argumento no se expanda mucho por el Consell.
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El Consell cesó en mayo al director general de Investigación y Alta Inspección Sanitaria. En junio, a la directora general de Modelo Económico, Financiación Autonómica y Política Financiera. Estamos más de tres meses sin sustituto de uno y de otra. Cada uno, 60.000 euros anuales y su labor era, sobre el papel, más importante que un organismo que defendía el español en Madrid, donde nadie carece de buen castellano, buen agua y mejor pescado. En una analogía entre Cantó y el Consell, la ausencia de sustitutos en las vacantes generadas antes del verano (y está acabando ya, al menos sobre el papel) cuestiona la importancia de esas direcciones generales. ¿Será eso una prueba concluyente de que al Consell le importa nada y menos inspeccionar los asuntos sanitarios y gestionar la llegada de un nuevo sistema de financiación? Si así fuera, estaríamos en manos de unos sinvergüenzas de pelaje canallesco. Presupongo que no. Decía un exmiembro del Consell: no es que sean malos, es que son unos inútiles. Y me refiero a un ex de este Consell y se refería a sus (ex)compañeros de este Consell. Pero no hay que dramatizar ni interpretar todas las señales en la misma dirección.
La acefalia política, los vacíos de poder, no son infrecuentes. Nunca hay que subestimar la capacidad del ser humano para tirar piedras contra su propio tejado, que eso ya lo estudió Durkheim. ¿Qué mejor, para fomentar el desapego por la política, que vaciar de políticos los puestos políticos creados por los políticos y que las cosas sigan funcionando sin aparente problema? Los belgas pasaron 541 días sin Gobierno y los indicativos económicos no desbarrancaron.
En Compromís lo sustituyen todo ipso facto. Un Síndrome de Wendy de manual, sobre el papel. Se va un secretario autonómico de Innovación y el mismo día se sacan de la chistera a la sustituta. Experiencia en ese campo o alguno similar de la nueva, cero. El hueco se llena, aunque eso no oculta que en Compromís no tiene aprecio alguno al artefacto (una conselleria) inventado por Puig para satisfacer a Pedreño y sus discípulos innovadores y alicantinos (a la par), igual que el PSPV jamás le ha tenido fe alguna a Transparencia, pergeñada por Compromís en 2015. Las señales nunca son unívocas.
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