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Al óxido nitroso lo llaman el gas de la risa porque al inhalarlo en ciertas dosis te entra una risa incontrolable. Luego está el otro ... gas, el de cocinar y calentarse, que son cosas serias y muy necesarias, y que también genera últimamente situaciones de mucha risa, por no ponerse a llorar. De risa cínica, que es la que exhiben altos mandos de países, incluida España, y organismos internacionales que dicen que velan por nuestro bien. Se supone, claro.
Habíamos quedado, hace tiempo, en que estábamos en contra del fracking, que es un sistema de extracción del gas atrapado en rocas del subsuelo a base de perforarlas e inyectar agua a presión para que emerja el deseado material energético. Más o menos. Y acordamos ponernos en contra, en España sobre todo, pero también en el resto de la UE, porque eso del fracking es cosa muy americana y se ve antinatural andar pinchando el suelo y provocando a la madre naturaleza. Dicen -decían, vamos- que hasta se pueden ocasionar seísmos sin querer. Pero en Estados Unidos se ve que no temen este riesgo o andan atrasados al respecto, puesto que no paran de darle al fracking hasta haber conseguido que el país sea excedentario de gas y haya pasado de importador a exportador.
Nosotros tenemos gas bajo los pies, pero preferimos pasar del fracking, por lo vemos peligroso y porque andamos sobrados. Total, estamos en plena transición ecológica. La transición es pasar de una cosa a otra, en este caso a las energías renovables, y por los mensajes oficiales deberíamos estar ya cerca de la meta. Pero nos acabamos de enterar de que no es así, aún falta mucha transición.
La invasión bélica de Rusia en Ucrania y las sanciones al régimen de Putin han sacado a la luz que en la UE, y sobre todo Alemania, todavía dependemos mucho del gas ruso, que seguimos comprando a pesar de las sanciones, porque hay que seguir alimentando las cañerías. ¿Qué hacer, cortamos o continuamos engordando a la bicha? En España no había tanto problema, nos dijeron, porque nos abastecemos de Argelia, pero ahora va y se ha puesto digna con lo del reciente regalo del Sáhara a Marruecos, y como se ve venir la jugada, la ministra de la Transición, Teresa Ribera, ha apelado a que no nos suban mucho el precio, que es como asumir por adelantado que habrá subida y animar a que te lo suban. Y en estas estamos cuando Estados Unidos ofrece su gas a Europa, España incluida, y le compramos lo que haga falta. No queremos fracking, pero compramos el gas de fracking de otros y lo traemos en barcos, que ni contaminan ni amenazan la salud del planeta. Somos así de ricos, galantes... y cínicos con este gas de la risa.
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