Risas enlatadas

Sólo nos falta ya que aparezcan por aquí Benny Hill y el calvete cachondo que le aguantaba las gracias, con toda la troupe corriendo tras ellos mientras suena la fanfarria más pegadiza de la televisión setentera. Tal como está el panorama, habrá que pensar que cuando Mulet llevó el apocalipsis zombi al Senado no sólo hacía el ridículo, sino que inauguraba un género pseudopolítico al que le sobran las adhesiones. El alcalde Ribó se pone en cabeza con su propuesta de habilitar un corredor verde en el nuevo cauce del Turia. O sea, que alejamos el río de la civilización y ahora llevamos la civilización al río. Cuando se inunde, ya enviaremos barcas. Igual la próxima ocurrencia es volver a canalizarlo por la senda original, lo que obligaría a llamar viejo cauce al nuevo y nuevo al viejo. Y a comernos la mona en el nuevo viejo cauce. ¿O sería al revés? La naturaleza, que además de sabia es madre, mandó una gota fría para darnos un buen consejo a tiempo.

El concejal Fuset también reclama su ración de risas enlatadas al lamentar que el PP hace un uso político de la justicia. Con la fiscalización que sufrieron los populares valencianos... Que ellos se lo buscaron, sin duda, pero creo recordar que no llegaron al cadalso por su propio pie. Completa el reparto el diputado Bort, a quien le va bien recorrer el mundo con los bomberos porque su tarjeta Travel echa humo. Si lo repensamos, tan próximos sus postulados nacionalistas a los del vecino independentista de arriba, igual lo de aprender a excarcelar no está mal tirado. Entre todos han hecho buena a Isabel Celaá, que lo bordó al adivinar una campaña de acoso de la oposición, palabras cómicas cuando vienen de uno de los herederos del «no es no». Porque digo yo que o lo de ahora forma parte del juego democrático o lo de antes también era deslealtad. Al final llegaremos a la conclusión de que el acercamiento de Arévalo a Vox puede desembocar en una exitosa carrera política. Total, puestos a hacer reír, mejor dejamos el asunto en manos de profesionales.