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El falso relato. Queda atrás, afortunadamente, la semana del enfrentamiento ante el Real Madrid. Escribo 'afortunadamente' pensando en el alivio que sentimos todos al dejar de escuchar, al menos hasta el partido de vuelta, las chuscas afirmaciones que buscan reescribir desde Madrid la histórica rivalidad ... entre los dos clubes, aduciendo que esta comienza con el traspaso de Mijatovic. Una falsedad en toda regla, constatable mediante la consulta de la hemeroteca, la escucha atenta a nuestros mayores o la lectura del excelente volumen ('Crónica de un desencuentro') que Paco Lloret dedicó al tema en 2009.
«Venderse como una desgraciada mujerzuela».Antes de que el Madrid se convirtiera en némesis valencianista, Algirós vio nacer una enconada enemistad ciudadana, con origen en la mala relación de los fundadores del Valencia y el Gimnástico, Octavio Milego y Amador Sanchis. Los choques entre granotas y merengues fueron frecuentes, alimentados por los dardos que lanzaba la prensa adicta a cada club. Los futbolistas no se libraron del fuego cruzado. A Rafael Peral, que trocó sin rebozo las camisetas azulgrana y blanca, lo llegó a señalar un órgano gimnastiquista, tras fichar por el Valencia, por «venderse como una desgraciada mujerzuela».
«Incivil, ineducado, inculto». Si intenso fue el antagonismo del Valencia con el Gimnástico, la relación con el Barça no le anduvo a la zaga. Desde los primeros veinte los choques entre ambos clubes, habituales tanto por la proximidad geográfica como por la coincidencia en el grupo intermedio del Campeonato de España, se convirtieron en apasionantes espectáculos repletos de goles y rebosantes de tensión. El aparato mediático culé actuó con presteza para canalizar a su favor la hostilidad deportiva de Mestalla. Así, la vehemencia valencianista fue transformada, por obra y gracia de la prensa barcelonesa, en violencia anticatalana. Un más que harto 'Caireles' resumió la artimaña en 1925: «Mientras Valencia, deportivamente, tuvo escasa importancia, no fue molestada (...) Pero el contrincante chico creció muy pronto (...) Y el Barcelona, cuando volvió la vista alarmada hacia Valencia (...) se aprestó a la lucha (...) combatiendo al público valenciano, presentándole como incivil, ineducado, inculto».
«Arrancà de cavall...» Un escándalo arbitral marca el inicio de la rivalidad con el Madrid. En el encuentro de vuelta de cuartos de la Copa de 1930 Fausto Martín impidió que el Fe-Ce volteara el 2-5 de la ida al anular dos goles legales a Navarro y Picolín. Pasarín, capitán del equipo, dio la orden de retirada del campo ante la injusticia. Inexplicablemente, semanas después la directiva del Valencia aceptaría alinear a su equipo en un homenaje 'en desagravio' al Madrid tras haber sufrido este un «ambiente hostil» en Montjuïch durante la final. Ver para creer.
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