En teoría se han vuelto atrás, pero sólo de forma parcial. La ciudad de San Francisco cuenta desde hace años con una docena de robots ... armados y, hace unas semanas, el organismo pertinente aprobó la autorización para que la policía bajo su jurisdicción (aquí sería la Local del municipio) pudiera utilizarlos incluso de forma «letal» contra terroristas o criminales en casos muy graves. Pocos días después, a raíz de las protestas ciudadanas o del peso de las conciencias, parece que algunos de los que votaron a favor se arrepintieron y cambiaron de sentido en una segunda votación, para limitar el uso de dichos autómatas. Sin embargo, los 'robocops' en cuestión siguen estando ahí, no se han retirado, ni se ha destruido su capacidad tecnológica para que lleguen a actuar como es de temer. Más parece que se ha querido disimular un tanto el temor de algunos, quizás a la espera de que más adelante escampe y la fuerza de los hechos (eventuales atentados, ataques, atracos...) pudiera hacer que la población temerosa se aviniera a admitir lo que ahora le asusta. Sería como un mal menor.
Publicidad
Lo bien cierto es que esta noticia nos presenta un panorama muy inquietante. La realidad supera a la ficción. Si la liberal San Francisco, de las ciudades más abiertas y tolerantes del mundo, cuenta ya con robots policiales que pueden llegar a matar, no lo duden, más pronto o más tarde actuarán como tales y matarán. Será cuestión de tiempo... y de órdenes oportunas, cuando los poderes de turno consideren que haya llegado la oportunidad y los expertos de guardia digan, ante situaciones concretas, que no ven mejores salidas incluso para ahorrar vidas.
Resulta inquietante solo con pensar que esto ocurre en San Francisco, pero mucho más aún porque a buen seguro tomarán ejemplo otras ciudades y gobiernos. Al tiempo.
Y no vale que digan que todo estará bajo control, que las máquinas serán 'gobernadas' por sus responsables, personas al fin y al cabo, y que para actuar a lo más bruto, o sea, para disparar contra personas, haría falta la supervisión y el control de los mandos. No nos tranquiliza. Porque los mandos pueden ser de toda condición, las condiciones cambian, la presión política y de los riesgos posibles puede sembrar mucho nerviosismo, y al final nadie puede garantizar que un robot policía sólo dispare en caso de extrema necesidad... ni que no lo haga por su cuenta o por alguna decisión camuflada. Porque la necesidad la marcará quien entienda en ese momento que sea necesario, y una vez abierta la espita, a ver quién le pondrá al final el cascabel al gato. Lo dicho, no nos gusta nada, resulta muy inquietante para el futuro que se nos presenta.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.