Es bochornoso escuchar a Pablo Iglesias desde su poltrona vicepresidencial afirmando que en España «no hay una situación de plena normalidad política y democrática». El líder de Podemos, cuyos representantes se desgañitaban a golpe de megáfono con el «no nos representan», es el mismo que ha pasado de vivir en un piso de 60 metros en el barrio madrileño de Vallecas a un chalet en la sierra de Madrid de más de 2.300 metros. ¡Y existe gente que aún le compra la mercancía! Hay que ser muy caradura para sostener desde el casoplón de Galapagar que eres más de izquierdas que Fidel Castro. Como diría mi amiga Sibila: «Somos rojos, pero 'gran confort' ¡oiga!».
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Esta gente es la que defiende el discurso populista contra personajes como 'el Rubius', youtuber que abiertamente ha decidido irse a Andorra porque están sus amigos, y sí, también porque paga menos impuestos. La libertad y la democracia ¿no es poder decidir lo que uno quiera, siempre y cuando respete la ley? El trato que reciben muchas fortunas provoca huidas a lugares como Andorra, donde las ventajas fiscales sobre el Impuesto de Sociedades, el IRPF o el IVA a diferencia de las españolas son abismales. ¿Han oído que «en tiempo de guerra, cualquier agujero es trinchera»?
La peor cara del coronavirus se la vamos a ver en 2021 y las previsiones no fallan. La presión a la que estamos siendo sometidos es mayor en unos sectores que en otros y en cocina huele a quemado. Los hosteleros vascos han abierto camino después de que una sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco defienda que el cierre de la hostelería «genera un grave quebranto económico de muy difícil reparación» y permitirá reabrir los negocios hosteleros de Euskadi, al reconocerles el «derecho a abrir sus locales por no ver indicios de que en su actividad sea foco de contagios». Es una decisión reversible pero que oxigena a un sector que se desangra sin ningún tipo de ayudas. Ni tan siquiera del cese de pagos de impuestos, mientras no puedan desarrollar con cierta normalidad su actividad comercial. No es de extrañar que se organicen movilizaciones en un sector que va a cumplir un año de maltrato. Y detrás, vendrán más.
Los que tienen pasta y pueden, se van fuera de España y los que solo tienen números rojos en la cuenta del banco pierden la paciencia. Porque al nivel de ineptitud que sufren por los irresponsables de la gestión de la pandemia, se suma la indignación al ver personajes como Iglesias, que se fuma un puro desde su chalet con la seguridad de un buen sueldo cada mes.
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