Ruzafa y San Valero

Cabe recordar que el obispo Valero, según relata la historia, llega a nuestra ciudad por orden del gobernador Daciano acompañado por el diácono Vicente, futuro San Vicente Mártir, para ser interrogado. De todos es sabido que San Vicente fue martirizado. Sin embargo, el obispo Valero fue desterrado y algunos historiadores sitúan este destierro en el antiguo barrio de Ruzafa. Por el contrario, otras versiones señalan la ciudad de Enate, cerca de Barbastro como lugar de su destierro y donde murió en el año 315.

Hay que destacar que la segunda reliquia de San Valero llegó a la parroquia en 1940 procedente de Zaragoza, ya que la anterior se destruyó durante la guerra civil. Los festejos con mayor o menor brillantez, consistentes en una procesión con la imagen por el barrio, un festival folclórico y celebraciones litúrgica, se desarrollaban gracias a un grupo de feligreses que constituían la denominada Obrería de San Valero, remedo de cofradía que popularizó la figura del santo y que en la década de los años 50 desaparece.

La fiesta es una oportunidad para acudir al barrio, sobre todo los nacidos en él, fomentando el reencuentro con viejas amistades, de esas que se hacían a través de los juegos en la calle, alrededor del antiguo mercado, lugar que ni pintado para todo tipo de correrías, dando buena cuenta de una sencilla merienda como era un bollo con barrita de chocolate o disfrutar de un refresco en la popular bodega Seguí, consistente en un vaso de agua de seltz con jarabe de fresa o limón. Tiempos sencillos e inolvidables.