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La de cosas que nos estamos perdiendo desde que la derecha cedió el poder en Valencia y en la Comunidad. El salvem que de la noche a la mañana le habrían montado a la Conselleria de Sanidad, a la de Cultura y al Ayuntamiento si se hubieran atrevido a derribar un ala de la antigua Escuela de Agrónomos para ampliar el Clínico. Porque, por si no lo sabían, lo que las máquinas excavadoras han tirado a tierra en apenas dos días, con premeditación, findesemanidad y alevosía, forma parte de un conjunto muy apreciado por los arquitectos, obra de Fernando Moreno Barberá, al igual que la Facultad de Psicología, la de Geografía e Historia (antigua de Filosofía y Letras) y la de Ciencias de la Educación (antigua de Derecho), una de las mejores muestras de arquitectura moderna con que cuenta Valencia. Un edificio abandonado desde hace diez años y que ha acabado en un conjunto de escombros porque ahora se alega que la expansión del hospital es urgente como consecuencia del Covid, aunque todavía está por utilizarse el de campaña que se levantó junto a la nueva Fe. Pero ni Agrónomos ni Moreno Barberá tienen un salvem que los reivindique, tal vez porque la obra pertenece a la etapa franquista, o por el apellido del autor... o porque en esas consellerias y en ese ayuntamiento ya no está gobernando la derecha inculta y destrozapatrimonio sino la izquierda exquisita y el nacionalismo de campanario de aldea. Que debe de ser la misma razón que explique el surrealista informe que firma la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, y que puede calificarse de pieza memorable. Con un desparpajo digno de mejor causa, viene a decir que aunque lo que se pretendía derribar es (era) un bien de relevancia local, todo el conjunto carece de un plan especial de protección, por lo que, en ausencia del mismo, se decide autorizar la demolición. ¿Y quién tenía que haber redactado ese plan especial? Pues la misma Universitat de València que ponía el grito en el cielo cuando lo que caía eran alquerías de la huerta de Campanar o se proyectaba intervenir en el Cabanyal y que ahora no sólo calla sino que es cómplice del atentado patrimonial. Qué pena, la de pronunciamientos, manifiestos, recogida de firmas y cadenas humanas alrededor de Agrónomos que tendríamos si gobernara la derecha y se le hubiera ocurrido destruir un ala de una de las mejores muestras de la arquitectura moderna de Valencia, lo encendidos que estarían algunos profesionales y no pocos organismos que además de la mascarilla se han puesto una venda en los ojos para no ver lo que ocurre. Pero como quien manda es la izquierda está todo permitido, hay barra libre.
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