Sánchez elige el pan para hoy
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Agarrado al hilo musical de la pandemia, ha terminado por sentirse junco que se dobla pero siempre sigue en pie. Y como tal, nadie se adaptará mejor que él a los cenagales. Resistiré. ¿Resistirás? El aura de inmortalidad que ha labrado su buena estrella, reforzada ... por las dudas en la oposición y la necesidad de un tonto útil por parte de los grupos alejados del 'establishment', ha llevado a Pedro Sánchez a perder el miedo al vacío. Eso lo convierte en bomba de espoleta retardada. Se acabó la fiesta. Los tiempos del presidente-meme risible e inofensivo quedan atrás. Las cesiones ante Podemos entraban en el terreno de lo predecible, como la cascada de promesas convertidas en mentiras, el guiño a las selecciones vascas para masajear al PNV e incluso el acercamiento de presos de ETA como pago a Bildu. Dada su frágil posición política, hace tiempo que todo eso se veía venir. Pero la definitiva genuflexión ante el independentismo es punto y aparte con vocación de punto final. Una decisión que desplaza la frontera de la ley y arrastra con ella las de la dignidad y la ética. Ahora ya sabemos que en la España de Sánchez quien la hace no la paga. Y además puede volverla a hacer. El presidente anda otra vez con los bolsillos vacíos, como esos jóvenes a los que regala videojuegos pero no da trabajo; y ante el vencimiento del plazo más cuantioso de la hipoteca de La Moncloa, el de ERC -los del «me importa un comino la gobernabilidad de España», ¿recuerda?-, ha decidido tirar de crédito. Gasto ahora y ya pagaré mañana. Peligroso hábito el de alargar más el brazo que la manga en estos tiempos de cuentos chinos, porque ni 2022 es el año del tigre ni 2023 lo será del conejo. Hasta nueva orden vivimos bajo el influjo del buitre, que huele la sangre y picotea en la debilidad, así que puede ir haciéndose a la idea nuestro junco de que su tarjeta revolving es hoy carroña y mañana un agujero sin fondos, a merced como está de los intereses abusivos de la usura. De aquí a las elecciones queda mucha curva por negociar, pensará: su habilidad para caer de pie, el respiro económico, los presupuestos demoscópicos, los empujoncillos de Tezanos, las trampas en el camino de Feijóo, antes una exhumación, ahora la telaraña sanitaria de Ayuso, luego vete a saber dónde le pone el cepo... En su imaginario hay terreno para remontar el vuelo junto a sus buitres. La duda es saber cuántos barones cabrán en la nueva arca, pues el trayecto de la ambivalencia se les hará largo. Sánchez prorratea entre ellos su deuda y seis meses son demasiado horizonte para disimular el estigma. ¿Cómplice o rebelde? Se acabó la mascarada. Toca bajarse el antifaz y dar la cara, presidente Puig. Sin circunloquios ni hablar por boca de Mas. El silencio es ya una toma de posición, obligado a elegir entre ejercer de matrioska bajo el armazón del sanchismo o escapar del estribillo del 'Resistiré'. Prefiero ser un martillo que un clavo, cantaban Simon & Garfunkel en su adaptación de 'El cóndor pasa'. Otro pajarraco con especial destreza para planear, como el buitre. Pues en los devaneos con el independentismo ya sabemos quién empuña el mazo y cuál es la tachuela que apuntala sus intereses. Sánchez ha elegido el pan para hoy, pero mañana -es decir, de aquí a medio año- pueden no ser sus tripas las únicas que rujan por las dentelladas del hambre.
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