La compañía de suministro de la luz nos envía una circular en la que hace saber su deseo de que conozcamos «las nuevas medidas tomadas ... por el Gobierno y que afectan al sector energético y a tu contrato».
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En un derroche de amabilidad informativa, la compañía viene a recordarnos que nuestro contrato corresponde a una tarifa regulada (PVPC) «sujeta a la volatilidad del mercado», por lo que deja caer, sin que llegue a caer del todo, que lo que pueda colear por el despiporre del gas, nos lo van a recargar en próximas facturas. La explicación es ésta: la principal medida acordada por el Gobierno es «la conocida como 'la excepción ibérica'... que establece un tope al coste del gas para generación eléctrica». Su objetivo es «reducir el precio del mercado mayorista», como así se ha informado reiteradamente desde fuentes oficiales; pero, ojo, porque advierte la compañía que «esto requiere un coste adicional establecido por el Gobierno que está incluido en el concepto 'coste de la energía' de tu factura».
Para que lo entendamos bien a pie de calle: que lo que el Gobierno anuncia por un lado, luego se traslada al bolsillo de los últimos paganos. En esto como en lo de los aplaudidos nuevos impuestos a los bancos y a las compañías energéticas. No seamos incautos. Como dijo aquel primer ministro de Australia: «Cuanto más os prometan, más caro os costará». Y por si quedan dudas, ahí están las advertencias solapadas de cómo nos repercutirán los teóricos aumentos -que eran rebajas- en los próximos recibos.
Esto en cuanto a la tarifa eléctrica regulada, porque en los contratos con precios libres, el aviso que se ha lanzado es más concreto: «Las medidas del Gobierno para limitar el coste de gas en la generación de electricidad implican que algunos usuarios tengan que asumir en sus facturas ese sobrecoste...» Y al ser éste un «valor variable de forma horaria», no se puede saber hoy cuánto supondrá esas subidas para cada usuario.
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Así pues tenemos unas medidas de escaparate con la aureola de salvación, pero la letra menuda dice que la rebaja será un mayor encarecimiento para la mayoría. Entonces, ¿dónde está la ventaja?
La sensación de abandono, descontrol y decisiones apresuradas se extiende sin remedio. Máxime cuando se ve que todas las sanciones económicas de Occidente contra Rusia por invadir Ucrania se van traduciendo a la hora de la verdad en penalizaciones para los europeos. Los sancionadores pasan a ser sancionados. No midieron bien las cosas antes y ahora van pidiendo árnica. La que presiona de verdad es la llave energética de Rusia, mientras aquí se resucitan centrales de carbón y estudian alargar la vida a las nucleares.
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