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La sangre de Esteban

EL ESTADO DE LA COMUNITAT ·

'Kubati' asesinó a 13 personas. Cometió 16 atentados. Convertirlo en interlocutor del Gobierno es indigno, atroz y mancilla a las víctimas

Arturo Checa

Valencia

Domingo, 13 de febrero 2022, 00:42

Esteban Company me confesaba esta semana que desde el 27 de agosto de 1986 «diariamente tengo presente en mis oraciones al 'valiente gudari' José Antonio ... López Ruiz 'Kubati'». 'Kubati' es el terrorista elegido por Sánchez y Marlaska para hablar. 13 asesinatos y 16 atentados a sus espaldas. Con él tratan cómo acercar a los presos de ETA al País Vasco. Claro que es sorna lo que envuelve las palabras del teniente coronel de la Guardia Civil, nacido en Ruzafa y renacido en la fecha que lleva marcada a fuego en su cuerpo. En la pierna izquierda que le quedó destrozada aquella fecha que se le clava en el alma. El día que 'Kubati' y su comando asesino colocaron 150 kilos de Goma 2 bajo el puente de la autovía Bilbao-Behovia. El punto por el que pasaba Esteban en su coche de la Guardia Civil.

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Fue hace dos años cuando Esteban me contó por primera vez el atentado. Es un hombre de gesto duro. De voz ronca y rasgada. Pero en el claustro de La Nau de la Universitat en el que se hizo aquella entrevista palpé hasta qué punto sigue llevando en el corazón aquel estallido que le hizo volar por los aires. Mientras hablábamos, en aquel magno escenario presidido por Luis Vives, estaban en obras. En el vídeo que grabamos con sus palabras se comprueba hasta qué punto los golpes que los obreros daban, algunos de los cuales sonaban casi como explosiones, le removían la vista y el sentido. Su voz se quebraba. Igual que se humedecían los ojos de Francisco Uceda, guardia civil que sobrevivió a una lluvia de granadas en el cuartel de Llodio (Álava). «Aún veo derrumbarse las paradas cuando cierro los ojos».

Inhumano. Todos los gobiernos han dialogado con ETA. Todos. Mal hecho cuando Aznar hablaba de «movimiento de liberación vasco». O cuando Mayor Oreja pactaba también el acercamientos de presos etarras. Indigno. Pero dialogar con 'Kubati', ponerlo como interlocutor de algo mínimamente democratico, directamente es orinarse en la memoria de las casi 900 personas asesinadas por la banda terrorista. Hay límites que jamás se pueden traspasar. Este es uno de ellos. Dar la mano a un asesino al que «le chorrea la sangre», como bien dijo Esteban Company. Incluida la suya, la de su cuerpo y pierna maltrechos en aquel atentado que sabe que un día le llevara a una silla de ruedas por las secuelas que aún arrastra.

Ataudes blancos. «Hay que llenarlo todo de ataudes blancos». Este es 'Kubati', el demócrata, y su mensaje desde prisión para que sus secuaces asesinos lanzaran en la calle ataques contra los cuarteles de la Guardia Civil. Cuantos más cadáveres de niños sobre la mesa, mejor, para presionar al Gobierno y lograr sus objetivos para negociar. 'Kubati' lo ha logrado. Asco. Jamás se ha arrepentido. Nunca. Es un psicópata orgulloso de serlo.

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El etarra fue detenido el 26 de noviembre de 1987. Para ello fueron necesarios más de 1.600 guardias civiles. El despliegue necesario para vigilar las 1.000 cabinas telefónicas de Vizcaya. 'Kubati' iba a llamar desde una de ellas a sus amigachos del comando 'Goierri Kosta'. Y cayó, tras un ímprobo esfuerzo de los agentes. Hoy un asesino pisa la alfombra roja de la política. Decide cómo aproximar a los terroristas al País Vasco. Las víctimas no pueden acercar el recuerdo de sus seres perdidos. Con los tiros en la nuca y las bombas cobardes de 'Kubati'. ¿Es alguien digno de este diálogo? Sánchez y Marlaska, limpiense la sangre de la mano al salir.

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