Ni santos ni privados

Mantras de camiseta. Si Mónica Oltra siguiera luciendo las camisetas con eslóganes del tipo 'wanted' y no hubiera cambiado su estética por otra más de palacio y canesú, seguro que en su fondo de armario (y allí las seguirá guardando) habría prendas con los lemas 'no a las privatizaciones' o 'más monas y menos santas'. La vida no cambia, y la izquierda sigue arrastrando como mantras, aunque sean falsos o medias verdades, ideas de hace décadas y que por ello quedan ya denostadas y arcaicas. Justo lo que ellos critican, e igual que la derecha tiene complejos y demonios equivocados (inmigración, ecologismo...), que de incongruencias no se libran ni un color ni otro.

Y así, la izquierda continúa denostando siempre que puede lo religioso. Aunque sea de manera velada. «No somos creyentes de primera fila ni de misa diaria, pero respetamos lo religioso» soltó esta semana Ribó al definir los usos que reservaba para el Monasterio de San Vicente de la Roqueta. O la parroquia de Cristo Rey, aunque igual esa denominación le da prurito al alcalde de Valencia. ¿Y qué tienen de malo los creyentes de primera fila y de misa diaria? Primer sonsonete irónico de las palabras de un hombre que cada vez parece más de vuelta de todo en el Consistorio. Pero es que luego tanto él como Sandra Gómez o Sergi Campillo, los tres hombres fuertes de la alcaldía y tres bastiones de la izquierda municipal, usaron el término «religioso» de refilón. ¡Hablando de un monasterio, del lugar en el que la tradición cristiana sitúa el martirio de San Vicente Martir! El proyecto designado por el Ayuntamiento para el emblemático templo parece una suerte de desamortización velada. Al menos en lo simbólico, porque el lugar ya es propiedad del Consistorio. Pero decir que ahí van a mudarse todos los funcionarios de Cultura del Consistorio, que será la sede de Cultura Festiva, oficinas para Patrimonio Histórico, Recursos Culturales, Acción Cultura... ¿y San Vicente? Ah, en la «planta baja» habrá un centro de interpretación religiosa y un lugar para recibir a peregrinos. Los vicentinos de la ciudad ya han clamado: que se han enterado de proyecto por la prensa y que, por favor, se reserve un lugar preferente a la historia de Sant Vicent. Rogando, y eso que antes de patrón de la ciudad, fue santo. Aunque a muchos les pese.

Infamia. Y luego, está el 'demonio' de lo privado. Injusticia, atropello, abuso, destarifo... Hay un sinfín de calificativos para catalogar uno de los grandes olvidos de la pandemia: que el Consell haya dejado sin paga Covid al personal de la sanidad privada. A pesar de que los hospitales no públicos fueron un apoyo vital en lo más profundo de la crisis, cuando las Ucis reventaron hace ahora un año. «Tú no sabes lo que fue esto. Hay que verlo para creerlo», me explicaba hace alrededor de un mes una limpiadora del Imed con la que charlé durante el ingreso de un familiar. Allí siguen viendo con espanto algo aparentemente tan insignificante como que haya más de un acompañante por habitación. «Se ha sufrido mucho», explican para justificarse.

Pero ni por esas Puig o Barceló han tenido los arrestos para dar una más que merecida paga a los sanitarios privados, los mismos que se han dejado la piel contra el virus. Y no es sólo una opinión, lo demuestran las cifras que publicamos esta semana: la sanidad pública se apoyó más en los hospitales privados durante la pandemia (25.649 operaciones) que en sus propios quirófanos (14.060 intervenciones) para aliviar las listas de espera. Es un crimen que los médicos privados no tengan paga Covid. Si pudieran, algunos hasta le cambiaban el nombre a la Semana Santa.