El secreto, bien; el resultado, regular
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PSOE y Ciudadanos negociaron con el suficiente secreto la estrategia para intentar desbancar al PP del gobierno de Murcia. La discreción con que se trazó esa estrategia dice mucho y bueno de la capacidad de blindarse de los negociadores socialistas y naranjas. Se trata de gente rodeada de fieles, es evidente. Irreprochable esa habilidad para tramar sin que nadie les vea venir. No se sabe si Cantó está más enfadado por el pacto con los socialistas murcianos o por no haberse enterado de la misa una media. Esa desconexión con los fogones donde se cocinan las cosas llega sólo un mes después de haber escenificado una filípica en la Ejecutiva de Ciudadanos. Se enfada, le escuchan, adiós Cantó, nosotros a nuestras cosas murcianas. O sea que sí, como secretismo, un diez para todos. Pero como decía el chiste de Gila sobre el barco recibido, de color bien, pero flotar, no flota.
Pase lo que pase finalmente en territorio murciano, Ciudadanos no sale bien parado, ni allí ni, por supuesto, en Madrid. Y eso es una mala noticia principalmente para Cs, pero tampoco parece muy buena para el propio PSOE. Y no porque el PP pueda pactar con Vox y eso pueda suponer un retroceso en Madrid de las libertades y el progresismo y la democracia y tal. Eso a los socialistas, da la impresión, se la bufa. Si no fuera así, Sánchez no diría en el Congreso que Casado se ha convertido en «un aperitivo» y que Abascal es el «plato fuerte». Arrimadas ya no figura ni en la carta del menú. Los socialistas quieren debilitar, sacar de foco al PP, que se lo meriende Vox en una tortilla a la francesa, como cuando Miterrand dejaba hacer a Le Pen para fastidiar a Chirac. Hoy, gobierna Macron y los lepenianos son gente con mucha presencia en las instituciones, el partido socialista se ha reinventado y dispersado entre macronistas y verdes.
El Botánico tampoco estará muy tranquilo con estas maravillosas estrategias que están logrando acelerar la disolución de Ciudadanos. Le quedaba a Cs dos años para recuperarse, y la carambola murcianomadrileña los puede haber rematado. En la Comunitat, los votantes de Cs no eran desencantados del PSC o españolistas sin referente (el PP nunca lo fue), como ocurría en Cataluña. Así que su trasvase de votos retornará, más o menos, al lugar de donde volvió; o sea, al espacio electoral de la derecha, que en vez de repartirse el voto entre tres de manera bastante paritaria, lo hará solo entre dos. El voto menos polarizado, ya se sabe, es premiado con más escaños. Entre el Botánico y el bloque de la derecha la diferencia es muy escasa en votos y en diputados. Así que, ciertamente, de color muy bien pero ya veremos si flota o se hunde.
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