El día 7 de febrero se conmemora el Día Internacional de Internet Segura. Con este motivo, me gustaría señalar tres ámbitos en los que la ... red de redes todavía continúa siendo un entorno poco seguro, e invitar a los poderes públicos, a la sociedad civil y a cada usuario a reflexionar sobre cómo pueden contribuir a la construcción de un entorno digital más seguro y humano.
Quizá el desafío más acuciante en términos de seguridad en Internet es el de la accesibilidad de contenido pornográfico para menores de edad. Conforme a los estudios más recientes, la edad media de iniciación en el consumo de pornografía se sitúa en los nueve años; un 70% de adolescentes consume pornografía al menos dos veces al mes; un 40% de esos menores ha imitado las conductas observadas; y un 9% lo ha hecho sin consentimiento de su pareja. A la elocuencia de estas frías cifras es preciso añadir que el tipo contenido al que acceden los menores no es meramente erótico o blando, sino totalmente explícito, a menudo vejatorio para los protagonistas -particularmente las mujeres- y violento. Esta es la escuela donde miles de nuestros menores aprenden las lecciones sobre su cuerpo, la sexualidad, el placer y la afectividad. Lecciones en las que el respeto a uno mismo y al otro, la ternura, el compromiso, la intimidad y la aceptación de los defectos del otro brillan absolutamente por su ausencia. Con estos maestros, el progresivo incremento de delitos sexuales no nos debería extrañar.
Un segundo reto al que nos enfrentamos es el carácter adictivo de las redes sociales mayoritarias, cuyo diseño por defecto aspira a vampirizar al máximo la atención de sus usuarios. Aunque todos somos adictos potenciales, de nuevo los menores se llevan la peor parte, ya que los ciclos adictivos son particularmente virulentos en la adolescencia, cuando todavía no se han desarrollado mecanismos de defensa frente a las solicitaciones que reclaman constantemente nuestra curiosidad. Cada vez son más los educadores preocupados por esta deriva, que socaba la capacidad de concentración y aprendizaje de los niños. Cada vez son más los profesionales sanitarios alarmados ante el aumento de los índices de suicidio, depresión, ansiedad y baja autoestima entre los adolescentes. Y cada vez son más los menores que admiten que las redes les hacen más mal que bien, aunque al mismo tiempo reconocen que no quieren ni pueden vivir sin ellas.
Finalmente, y como tercer desafío, me gustaría referirme a la colonización del tiempo personal de descanso -noches, fines de semana, vacaciones- por el omnipresente correo del trabajo. Aunque ya existen medidas normativas que garantizan el «derecho a la desconexión digital», el 75% de los trabajadores responde llamadas y correos electrónicos de trabajo fuera de su horario laboral, en muchas ocasiones presionados por jefes, compañeros o clientes que no comprenden que una persona pueda no estar disponible. Esta exposición permanente dificulta el descanso de calidad y entorpece las relaciones familiares y sociales, sobre las que la sombra del trabajo o del jefe planea de forma ininterrumpida, 24-7, configurando una suerte de esclavitud o cadena digital, no por invisible menos opresiva.
Los tres desafíos que hemos esbozado tienen un rasgo común: en todos ellos late una forma de explotación. En efecto, en los tres los derechos e intereses de los débiles son supeditados a los intereses (y a la cuenta de resultados) de los que más pueden, ya sea la industria pornográfica, los grandes gigantes tecnológicos o jefes y clientes insaciables que no entienden que los trabajadores necesitan descansar.
Ojalá el Día de Internet Segura constituya una oportunidad para afrontar estos retos con imaginación y valentía. Y ello en el convencimiento de que una Internet más segura en estos tres ámbitos será un instrumento más humano, más idóneo para ayudarnos a crecer como personas y como sociedad. El futuro no está escrito. La herramienta no está predeterminada. Con nuestras decisiones, nuestras reivindicaciones y nuestras políticas públicas podemos y debemos combatir las injusticias; podemos y debemos mejorar Internet. En esta hora de la historia, quizá sea nuestra principal responsabilidad.
Feliz Día Internacional de Internet Segura.
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