Para los fans de la Navidad, estas fechas son, posiblemente, las más mágicas del calendario. Se proyectan buenos deseos, se derrocha esperanza por un futuro mejor y se cumple con una serie de rituales impepinables para todos los gustos: regalos de amigos invisibles, envíos de ... postales, comidas o cenas con los compañeros de trabajo y con los amigos, reencuentros... Este año quizá el entusiasmo se está elevando a la máxima potencia porque, tras dos navidades de pandemia, por primera vez se están celebrando las tradicionales reuniones sin restricciones sanitarias o sin la ansiedad o el pánico al contagio de un ser querido que se vivió en las dos anteriores ediciones. Pronosticaba hace meses el genuino Albert Espinosa que, tras el coronavirus, vendría una etapa de desenfreno similar a la de los locos años veinte del siglo pasado. Puede que estas navidades sean las locas navidades de los años veinte del siglo XXI. Ni el disparado Índice de Precios al Consumo (IPC), con una tasa en noviembre del 6,8%, ni los tipos de interés que el Banco Central Europeo (BCE) acaba de volver a subir medio punto, hasta el 2,5%, están siendo capaces de tumbar el ánimo en general de la gente por verse, juntarse, tocarse y abrazarse. Por lo que arrojan las estadísticas, parece que tampoco se ha escatimado para aquello de ser agraciado por la 'suerte'. El gasto medio por habitante en décimos para el sorteo de la Lotería de Navidad se sitúa en unos 70 euros. Los bombos y las bolas de los números ya están siendo convenientemente custodiados las 24 horas en el Teatro Real a la espera de que el azar haga el resto el próximo jueves, 22 de diciembre. Mientras llega ese momento, hay muchos de españoles elucubrando a propósito de si al fin serán o no tocados por la fortuna del premio Gordo y sus 4.000.000 euros a la serie, con el 1.250.000 euros del segundo o con los 500.000 euros del tercero. Si soñar es gratis siempre, las fantasías se desbordan en esta semana de la ilusión (para mayores y pequeños) en un país en el que casi la mitad de la población reconoce llegar con dificultades a final de mes y en el que hay más de trece millones de personas que sobreviven en riesgo de pobreza o exclusión social, casi el 30%.

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Mientras la mirada de los ciudadanos está puesta en la fe de la salud y que la cartera cuente con lo suficiente para evitar penurias, los representantes de la soberanía popular tensionan a su conveniencia y hasta el extremo las costuras que separan, o separaban hasta ahora, a los tres poderes del Estado. Cada vez es más difícil apartar los árboles para ver el bosque.

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