Sensaciones

Pero, pese a aquellos arrebatos mezquinos e injustificables, existía una poderosa sensación entre la ciudadanía, y era que, por una vez, quizá por primera vez, todo podía suceder en Valencia. Desde la visita de un Papa hasta la Copa Ámerica pasando por la Fórmula Uno. Tantos lustros sin comernos un rosco, como quien dice, y, de repente, en Valencia los acontecimientos se amontonaban y hasta se nos antojaba normal tanto lirili, tanto lolailo, tanto nuevorriquismo y tanto movidón. En Valencia, por fin, circulaba cierto frenesí locoide y eléctrico que nos trasladaba hacia otras esferas que antes sólo estaban al alcance de Madrid o Barcelona. Y esa sensación, hoy, se ha difuminado por completo. Ahora nos aplasta el muermo, el aburrimiento, el melancólico deambular sin rumbo porque hemos regresado a la segunda o la tercera división de las ciudades. Quizá sea ese nuestro destino, qué sé yo, y posiblemente muchos paisanos prefieren esta hibernación a la pirotecnia de antaño. Pero imagino que otros añoran aquella sensación emocionante que insinuaba cualquier posibilidad. Sólo constato una realidad: Barcelona mantiene la Fórmula Uno y ha conseguido la Copa América, y con Ada Colau encantada ante la llegada de los millonarios de la vela. Nosotros ya no disponemos ni de lo uno ni de lo otro. Curioso, ¿verdad?