Directo Sigue el minuto a minuto del superdomingo fallero

Es posible que la entidad que han adquirido las series les jueguen malas pasadas en ocasiones. Como ahora lo mismo sirven para interpretar un problema ... político, uno económico u otro diplomático el nivel de exigencia con cualquier título es enorme. Analizamos cada nueva producción con lupa, no dejando escapar ni un detalle. El escrutinio es tremendo y lo que se requiere a cada trabajo mayúsculo. Todas las ficciones que se estrenan han de tener un discurso ideológico, una perspectiva de género y un compromiso social.

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Todas se examinan buscando lo que pueden aportar a la causa feminista, a las reivindicaciones ecologistas, a los conflictos geográficos. Se indaga en las motivaciones de todos los protagonistas y se va más allá que los propios guionistas para adjudicar a un personaje u otro características e ideales basándose en cómo visten, en cómo hablan o en cómo callan. Rizando el rizo, cualquier obra, sin importar cuándo se ha estrenado o qué nacionalidad tiene, ha de servir para explicar la polémica de turno o el asunto que copa las portadas de diarios en los últimos días. Bien puede ser la crisis migratoria en Ceuta, la disertación de Ana Iris en Moncloa o el indulto a los presos del 'procés'. Todas las propuestas que vemos en pantalla para ser respetadas y considerarse buenas de verdad tienen que prestarse a ser relacionadas con las noticias de más actualidad, si no, se ningunean o apedrean.

Las series han dejado de ser un mero divertimento, esos productos que antaño usábamos para pasar un rato. Qué tiempos aquellos en que nos sentábamos y nos dábamos por satisfechos con distraernos. Las series son ahora tratados, ensayos, programas de partidos, estrategias de Gobierno, mítines y manifestaciones. Y pobres de las que solo pretendan entretener.

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