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LA SERVILLETA DE PACO BORAO

El presidente de Correcaminos le esbozó un plan estratégico a Elena Tejedor con lo primero que encontró a mano

FERNANDO MIÑANA

Domingo, 21 de enero 2018, 09:33

El viernes me sentaron a una mesa para asistir a una charla que organizaba el periódico. No me escondo: me daba una pereza bárbara. Busqué y rebusqué la americana por el armario, cogí mi Moleskine y allá que fui, obediente y resignado. Pero aquello empezó bien. A mi derecha tenía sentado a Juan Botella, amigo desde que pasó por esta casa hace veinte años y una biblia si hablamos de atletismo. Sabe mil y una historias sobre fondo y mediofondo. Fue un ochocentista apañado, un periodista de hermosos renglones y encima salió inmaculado, gracias a su integridad, de las turbias aguas de la política valenciana pese a que le buscaron la vuelta con espías y matones de medio pelo. Ahora, giros que da la vida, es el gerente de la Sociedad Deportiva Correcaminos y la mano derecha de Paco Borao, el arquitecto del Maratón de Valencia, que ya es el mejor de España y uno de los mejores del mundo.

Al otro lado estaba Elena Tejedor, la responsable de la Fundación Trinidad Alfonso, el canal utilizado por Juan Roig para lubricar el deporte valenciano. Al principio me resultaba intrigante, lo confieso. Básicamente por dos razones: no sabía de dónde salía y cuando la mirabas nunca tenías claro si iba o venía. Pero el tiempo, el trato y su grata conversación la van perfilando. Tejedor viene de Mercadona, donde trabajaba como relaciones externas, y saltó al deporte cuando Juan Roig se enamoró de una fotografía de la salida del maratón desde el ya célebre puente de Monteolivete.

Me conquista su verdad. Como cuando habla de los orígenes del gran impulso del maratón y siempre recuerda que, antes que ellos, fue Divina Pastora el patrocinador que apostó por esta prueba cuando aún no era evidente la obsesión por esto del correr. O cuando explica abiertamente que, cuando irrumpió, no tenía ni idea de maratones, de corredores ni mucho menos de correr. Aprendió al lado de Paco Borao, uno de los últimos jedis de Correcaminos. Y el presidente de este club fundado en un bar le trazó un plan estratégico, no podía ser de otra forma, en una servilleta de papel en una cafetería.

Para rematar el idilio entre el club y la fundación, Borao, siempre tan espontáneo, siempre tan astuto, le escribió una emotiva carta a Juan Roig que terminó de cautivar al mecenas. Todo aquello fue en 2012 y hoy, un lustro después, Valencia disfruta de un maratón cinco estrellas y un medio maratón que dos años fue el más rápido del planeta y que, hasta que alguien lo bata, va asociado al récord mundial de mujeres. Y de propina, el 24 de marzo vendrá a Valencia el Mundial de medio maratón.

Juan Botella es un hombre discreto y jamás reclamará un elogio, pero su papel es determinante. Primero mediando entre el torbellino de nuevas ideas y marketing a cascoporro de la Fundación Trinidad Alfonso y el clasicismo y la experiencia de los socios de Correcaminos. «El maratón no es de nadie», recuerda con frecuencia. Y después como puntal en la organización del Mundial.

Su empeño y su amor desmedido por este deporte tan genuino que es el atletismo le han empujado a escribir, uno a uno, a todos los managers de las grandes estrellas del fondo internacional. Desde Eliud Kipchoge a Mo Farah. A todos les rogó su presencia en Valencia y les atacó por el flanco de la sensibilidad, recordándoles la necesidad de que el atletismo enfrente a los mejores.

No fallará, salvo sorpresa, Joyciline Jepkosgei, la asombrosa atleta que firmó una nueva plusmarca mundial en Valencia (64.51). Y detrás de ella y los mejores especialistas, 15.000 corredores populares que irán siguiendo la estela de estas estrellas del atletismo. El mismo lugar y al mismo tiempo. Profesionales y aficionados.

Sin darme cuenta, escuchando a unos y a otros, levitaba sobre la mesa. Hay pocas cosas que me gusten más que hablar de atletismo. Así supe que Elena Tejedor no solo se empapó de todo esto hasta el punto de familiarizarse con el mundillo sino que terminó arrancándose a correr. Y asegura que, si la salud se lo permite, debutará en un maratón en 2019. Le gustaría hacerlo en París y acechar la meta por Bois de Boulogne. Al lado de Paco Borao ha aprendido, también en esto de correr, que no hay que tener prisa. Que un paso de más pueden ser dos de menos más adelante. Y que si ella siente pasión por esto, seguro que se la transmitirá a Juan Roig, el andamio que soporta todo esto.

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