
Sevilla, mayo del 19
juan martín queralt
Sábado, 25 de mayo 2019, 00:19
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juan martín queralt
Sábado, 25 de mayo 2019, 00:19
«Reserva del 54. Ya pasó una vez. El FCB era el gran favorito, pero la Copa viajó a Valencia…. Uno a uno, y salvo Mañó, murieron todos los integrantes de aquel equipo legendario… Por el camino perdimos el club y la inocencia, pero no la memoria. La memoria no te la pueden arrebatar jamás. Va con uno y no está en venta. La hostelería clásica mutó en franquicia y el fútbol en negocio… Sólo sé que cuando Dani Parejo recoja la copa del Centenario pensaré en ellos, en los héroes del 54. Levantaron el mejor Valencia de la historia y lo sostuvieron contra viento y marea. Es por ese Valencia de casta y corazón por el que volveremos a ser campeones». (Rafa Lahuerta. 'Reserva del 54'. Levante. 23 de mayo de 2019).
Hemos de ganar. Por ti, querido Rafa. Y por la memoria del forneret. Y por Daniel Mañó -uno del 54-, que estará en su Sueca soñando otros tiempos. Por todos aquellos que vivieron el 54 y ya marcharon. Y por los niños que pensando en Sevilla, en la final, viven, como Teresa de Jesús, sin vivir en si. Sobre todo por ellos. Por los que tienen preparada la mochila y la bufanda hace días. Y especialmente por los que queriendo ir… tendrán que quedarse en casa. Por un pueblo y unas gentes.
Es a esos niños a quienes hay que contarles algunas historias, atesoradas por gentes como Rafa Lahuerta, entrañable luchador contra el viento huracanado del olvido y ajeno a la desmemoria que todo lo invade. Ejemplo de apego a una historia que ni se compra ni se vende. Él contó por qué Mestalla es Mestalla. Algo que entenderéis cuando seáis mayores y sepáis de acequias que son el corazón de la ciudad. Todo en Valencia tiene que ver con las acequias. También Mestalla. Tenéis que saber que Mestalla está en la Champions de los grandes estadios: Wembley, el Centenario de Montevideo, la Bombonera de Buenos Aires, Maracaná, el Estadio Azteca. Sabréis que hay estadios como el del Rey Fahd de Arabia Saudí que tienen palco de mármol y oro y tribunas alfombradas… pero carecen de memoria. La que tiene Mestalla, donde jugaron Wilkes, Pasieguito, Puchades, Claramunt, Keita, Kempes, Fernando… Y Pelé y Luis Suárez, el gallego, el único español que fue Balón de Oro. La memoria que recuerdan Max Aub, Manolo Vicent, Rafael Chirbes, Rafa Lahuerta, Paco Lloret, Pablo Salazar, Miquel Nadal… Porque Mestalla sí tiene quien le escriba.
Debéis saber que a nuestro Valencia, ese que tanto queréis, son muchos los que lo han querido. Tanto que hubo un tiempo en que un señor -Gonzalo Medina- cedió al club los ahorros que tenía para su boda, con el fin de que el Valencia pudiera pagar el arrendamiento del campo de Algirós. Que hubo una vez un jugador, que llegó a ser internacional muchas veces y que formó parte de la selección ideal del Campeonato del Mundo de Brasil en 1950, que renunció a irse al Barcelona y a ganar más dinero porque quería seguir vistiendo la camiseta del Valencia y viviendo en su casa de Sueca. Antonio Puchades Casanova se llamaba. Otro del 54.
Debéis saber que el fútbol no acaba en el campo. Que no todo es triunfo o derrota. Que el fútbol hay que vivirlo como reflejo del apego a una historia, de respeto al contrario, de humildad siempre. Sabedores que nadie es más que nadie. Sabréis que cuando vosotros aun no habíais nacido, allá por 1987, un jugador legendario -Ruud Gullit, el Tulipán Negro- dedicó su Balón de Oro a Nelson Mandela, entonces encerrado en la cárcel por el delito de creer que los negros son también personas.
Con los años leeréis bonitas historias de gentes que, como Eduardo Galeano, eran también mendigos del buen fútbol. O de aquellos que, como Obdulio Varela, el capitán de la selección uruguaya que ganó el Mundial de Brasil, entronizó la dignidad de un tiempo, negándose a llevar publicidad en su camiseta, diciendo que «antes a los negros nos llevaban de una argolla en la nariz. Ese tiempo ya pasó».
Efectivamente, ese tiempo pasó. Y el de Obsulio Varela también. O leeréis historias que os darán lecciones de vida. Como la de un jugador legendario -Garrincha- que murió pobre y solo, haciendo verdad un dicho de las viejas favelas brasileñas: «Si la mierda tuviera valor, los pobres nacerían sin culo». Con el tiempo conoceréis la historia que contaba Moacyr Barbosa, el portero de Brasil en el Mundial del 50, cuando, en 1993, se quejaba amargamente de quienes, pasados muchos años, seguían recriminándole la derrota ante Uruguay: «En Brasil, decía, la pena mayor por un crimen son 30 años. Hace 43 años que yo pago por un crimen que no cometí».
Vosotros nunca acusaréis a nadie. No repetiréis la historia que contó Barbosa, porque sabréis bien que los que salgan a jugar hoy se habrán dejado el alma en el campo y que en el fútbol, como en la vida, se gana y se pierde. Y además vamos a ganar. Yo tengo ese pálpito. Como también lo tiene Rafa Lahuerta. Y vosotros habréis ganado y guardaréis siempre en vuestra memoria todo lo que vais a vivir ese 25 de mayo de 2019. Disfrutadlo. Sed felices. Nunca lo olvidaréis. Yo nunca olvidé aquel bendito 20 de junio de 1954. Reserva del 54. Ahora toca la del 19.
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