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Tengo el mismo secador desde hace más de quince años. Lo miro con asombro cada vez que lo utilizo, esperando que se rompa. Porque casi ... todo, especialmente los electrodomésticos programados para envejecer, se desgasta con el tiempo. También las relaciones, incluidas las políticas. Hay saltos hacia adelante que las intensifican, como los Acuerdos del Botánico I y II en la Comunitat; otros suponen un descenso -el adiós de Luis Enrique a la Selección, tras 300 minutos no aptos para hipertensos y el ridículo ante Marruecos-. Su despedida ha sido clara y formal, un salto explícito en su relación con la Federación. Pequeños detalles, como un calcetín, pueden ser un claro indicador de cambio en una relación. En otras, el cambio, fuerte, llega de repente. Ocurre por ejemplo en casos de 'ghosting', una metáfora de la «invisibilidad fantasmal»: un día cualquiera otra persona decide ignorar tus mensajes y, en general, tu existencia. Sepa que 'benching' es una relación de conveniencia y 'gaslighting', como Ingrid Bergman en 'Luz de gas', vivir en el desconcierto permanente. Los jóvenes, que resisten mal la incertidumbre, ponen nombre a todo -especialmente en las relaciones-.
Los saltos -rupturas temporales o definitivas, compromisos crecientes- no ocurren en el vacío; suelen mediar acontecimientos que los anuncian. ¿Qué hace falta para que una relación se rompa? Ha habido casos sonados en los últimos años, algunos de impacto político y mediático, como el final de la relación entre Casado y el PP, o entre PP y Ciudadanos que terminó con el triunfo de Ayuso en Madrid. Otros se esperan, se tientan, se provocan. Es inevitable, a poco que se siga la actualidad política, hacerse preguntas sobre el futuro de la relación de los socios del Gobierno. A nivel autonómico, la pregunta surge de forma cíclica. A nivel nacional, cada vez con más frecuencia. Vemos saltos hacia adelante, como los acuerdos para conseguir aprobar los presupuestos. Pero también hacia atrás en la irrupción de Sumar. En una relación, los desacuerdos sobre el qué, el cuándo, el cómo, el quién y el dónde de las actividades que se hacen en común son indicadores de riesgo, pero hay tres señales claras de peligro, según los expertos Miller y Steinberg: que la conversación gire cada vez más en torno a los conflictos, como tras la aprobación del Sí es sí, que haya insatisfacción y no progrese la relación y que las partes no contribuyan a mantenerla. El nivel 1 se ha sobrepasado a nivel nacional y autonómico. El nivel dos se ha manifestado en varias ocasiones. El último depende tan solo de las métricas electorales.
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