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Directo Las Fallas abren ya la procesión de la Virgen

El síndrome de la tía Enriqueta

Consiste en confundir lo que piensa uno con lo que piensa España

ESTEBAN GONZÁLEZ-PONS

Lunes, 29 de abril 2019, 10:29

En los años ochenta, la tía Enriqueta me decía: «Esteban, los socialistas han hecho trampa, las elecciones han sido una engañifa, todas mis amigas y todas las señoras que conozco han votado a Fraga, no sé de nadie que haya votado a Felipe, ¡nadie!, ya me contarás tú entonces de dónde ha sacado tantos votos, lo que yo te diga: los socialistas han hecho trampas». Mi pobre tía tenía razones para sentirse estafada; si todas las personas de su entorno, las que trataba en la parroquia o en los comercios, todas sus vecinas, todo su universo, había votado a las derechas, si no había quién le hubiera comentado que optaría por las izquierdas, a ver cómo se explicaba que Felipe González hubiera vuelto a barrer. Lo que la tía Enriqueta no tenía en cuenta es que España es más ancha que el perímetro del mercado de Colón cuando aún era un mercado.

Esto les sucedió anoche a muchos que, cegados por cuanto circulaba por sus grupos de guasap, se llevaron una sorpresa monumental al darse de bruces con la realidad y que esta mañana deben andar preguntándose: ¿pero no estaba claro que estos iban a dar una paliza a todos los demás? ¡Qué birria de resultado! ¡Menudo lío! Yo lo llamo síndrome de la tía Enriqueta y consiste en confundir lo que piensa uno con lo que piensa España y suponer que lo que se comparte en tus redes sociales es lo que lee todo el país. Y que lo que te cuenta el mensajito o el meme reenviado por un colega es siempre más cierto que cualquier argumento de un político. El síndrome de la tía Enriqueta lo padecen los politólogos del guasap, y es típico de 'cuñaos' y compañeras del gimnasio.

Las elecciones son en todo caso un proceso traumático con vencedores y derrotados del que, a veces, sale una mayoría satisfecha y otras, como se ha visto, un resultado que no acaba de dar gusto a nadie. En contra de lo que se supone, los españoles hablamos muy poco de política y ese 'muy poco' se lo dedicamos más a los políticos, a lo simpáticos o antipáticos que nos resultan, que a lo que hacen o deberían hacer por nosotros. Las elecciones de ayer, en este sentido, constituyen otra gran oportunidad perdida para haber resuelto alguno de los dilemas más importantes que urgen a España, como qué hacer con el sistema de pensiones, con qué incentivos evitar la despoblación o si garantizamos el suministro de agua para todos. Aquí importa más el quién gana que el para qué gana.

No abrigo la esperanza de que esto vaya a cambiar de inmediato. En menos de un mes tendremos municipales y europeas, y no creo que, de aquí a allí, adelantemos nada. En vez de debatir sobre problemas reales pasaremos ese mesecito riñendo por las coaliciones de gobierno en Madrid. Mi tía Enriqueta fue una adelantada a su tiempo; charlaba sólo con quienes le daban la razón, ¿no es eso lo que ahora hace todo el mundo en su guasap? Y así pasa lo que pasa...

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