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Finalizada la Navidad es necesario realizar un ejercicio duro de autocrítica sin anestesia. Antecedentes: la inmensa mayoría hemos hecho un esfuerzo tremendo al cumplir escrupulosamente con las normas impuestas por el gobierno de Ximo Puig. Tal vez de las más exigentes del país, y desde mi punto de vista totalmente justificadas, nos han impedido la posibilidad de viajar para disfrutar de la Navidad con los nuestros. Muchos, no hemos podido ver a familiares directos sacrificándonos por el bien común. Las autoridades y los medios de comunicación nos han machacado con la necesidad de cumplir las normas, en un momento crítico donde confluían comidas y cenas familiares con el inicio de la vacunación.
Los hechos indican que muchos, no todos, se han pasado la Navidad por el forro. Desde el ministro de Sanidad Illa que en pleno inicio de vacunación se ha ido de candidato a Cataluña sin dejar su cargo, hasta esas familias que han sobrepasado el límite de comensales en Nochebuena y Navidad. Algunas de mis fuentes de información más fiables y agradecidas, mi carnicera y charcutero de confianza, me confesaban con una mezcla de incredulidad y asombro los pedidos que atendían a sus clientes en la previa de Navidad: ingredientes de cocido para 20 personas, tiras de solomillo para 14 o bandejas de jamón y queso para otros tantos. La carnicera no sabía si atender el pedido para 20 o llamar a la policía. Las irresponsabilidades se pagan y las pagamos todos por unos pocos. Así lo indica el récord de cifras de muertos y contagios solo en nuestra Comunidad, teniendo en cuenta que están aflorando las irresponsabilidades de Nochevieja y en breve lo harán las de Reyes.
Plaza del Ayuntamiento de Valencia, me dirijo a pie camino a casa y observo atónito el montaje previo para la recepción de los Reyes Magos y un tumulto de unas mil personas. Un acto que no era necesario. Mi primer pensamiento va dirigido a esos padres que con el móvil en mano agolparon a sus hijos contra una valla ¿qué parte de la distancia social no entienden? Segundo pensamiento, para el alcalde y el señor Galiana que, por su cabezonería pusieron en riesgo vidas humanas. Tal cual. Tercero, para el rifi-rafe en redes sociales entre los propios miembros de gobierno local y regional: Sandra Gómez, Mónica Oltra, Ana Barceló o Manolo Mata. Dejen de actuar en el circo y arreglen los problemas como toca: trabajando y no a golpe de tweet. Se echa de menos un liderazgo responsable y valiente que ponga cordura y sentido común en mitad de este caos.
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