La sonrisa de Vera

EL ESTADO DE LA COMUNITAT ·
Es miserable que ni ayuntamientos ni Consell muevan un dedo para endurecer la ley y evitar más muertes como las del hinchable de Mislata

Arturo Checa

Valencia

Domingo, 1 de mayo 2022, 00:19 | Actualizado 01:00h.

Leer en las redes a los padres de Vera te rompe el alma. Iván y Eva ni siquiera quieren que se hable de sus nombres. ... Cero protagonismo. Sólo quieren ser 'los padres de Vera', la niña de cuatro años muerta al salir volando el castillo hinchable de Mislata. Como Cayetana, de ocho años. Otra vida inocente segada. Otra muerte causada porque la atracción no estaba bien anclada. Otra familia arrasada porque nadie en el Ayuntamiento de Mislata comprobó que las 23 atracciones de la feria se encontraban en un lugar distinto al escenario autorizado por el Consistorio. Un lugar menos protegido del viento. Pero nadie asume ninguna responsabilidad en el Ayuntamiento que dirige la joven promesa del socialismo valenciano, Carlos Fernández Bielsa. Como si en Valencia se autorizara la feria de Navidad en su tradicional escenario del Marítimo y sin embargo se decidiera colocarla en la Alameda, y nadie del Consistorio se diera cuenta ni se exigiera investigar esa disfunción de un servicio municipal.

Los padres de Vera no dejan de difundir vídeos, fotos y pasaje de la vida de su pequeña. Con el hashtag #sonrisaVera intentan inmortalizarla. «Queremos que su sonrisa dé la vuelta al mundo». Así me lo contaron ellos en una conversación telefónica. Uno no es capaz de discernir si impresiona más la serenidad con la que afrontan la pérdida de una hija o el arrojo con el que pelean por tres cosas: que su niña siga 'viva', que se haga justicia con su muerte y que nunca más ocurra algo así. «Quizás hubiera llegado a ser escritora, nunca lo sabremos. Pero sí esperamos que quien escribe las leyes tenga claro que la seguridad de los niños no es una opción, sino una obligación». Lo plasmaban estos días sus padres en las redes. Junto a un vídeo de Vera leyendo uno de sus libros de Coco, Elmo y el osito Bruno. Ella ya no está. Pero no entiendo como no se le cae la cara de vergüenza y de indignidad a los responsables del Ayuntamiento de Mislata que no comprobaron que la feria no estaba instalada donde debía. Que no estaba anclada como era necesario. Y que no me toquen las narices diciendo que no hay ley que obligue a hacer esto a los consistorios. Es una instalación autorizada por licencia municipal y en suelo público. Manda huevos (como dijo aquel) que no se revise. Es indigno que ni la Generalitat, ni los Ministerios de Industria o de Consumo, en lugar de tanta bazofia de norma sobre salud pública y demás parafernalia moralista, no se hayan puesto ya manos a la obra para endurecer la norma y evitar que haya otras Vera o Cayetana. O los otros siete niños que salieron volando en la atracción y resultaron heridos.

Los dos feriantes y el ingeniero que todo apunta que ni viajó a Mislata para revisar las atracciones (hay que ser desalmado y ruín para actuar tan fríamente) son por ahora los tres únicos investigados por la juez de Mislata. Que la justicia sea dura. Una de las acusaciones particulares está reclamando al juzgado que pida toda la documentación municipal que posea el Ayuntamiento de Mislata. La juez parece que pone pegas. Pide a la parte procesal que argumente el por qué de esa decisión. ¿De verdad hacen falta argumentos que demuestren que hay que analizar hasta qué punto la Administración ha fallado?

El poder judicial, el legislativo y el ejecutivo se deben poner ya las pilas y evitar más tragedias como la de Mislata. No más silencios ni inacciones. Leyes y consecuencias para quienes las incumplen. Por las sonrisas de Vera y de Cayetana.