Recordaba Núñez Feijóo que su familia había tenido una tienda de comestibles donde él mismo había vendido conservas o piensos a granel. Lo ha mencionado ... para contextualizar por qué se considera gente corriente, como los ciudadanos a los que se propone servir. Así, no he podido evitar visualizarlo convenciendo a Doña María de comprar unas sardinitas en aceite que le acababan de llegar con la misma habilidad con la que colocaba ideas-fuerza a granel durante su intervención de ayer. Imposible no comprarlas si lo pide con tanta calma, paciencia y circunloquio. Las sardinas, digo. Por eso, como sucedía con Rajoy, lo mejor de Núñez Feijóo empieza cuando se sale del guion, de las notas preparadas por sus asesores y del rol político que le obliga a perorar 'sine die' como si le fueran a cortar la luz o a quitarle el turno de palabra para dárselo a Sänchez. Cuando hace eso, sale la sorna gallega, una muestra fugaz de naturalidad que debería explotar más, sobre todo teniendo que enfrentarse al hierático inquilino de La Moncloa. La socarronería valenciana casa bien con la sorna gallega, ambas desentumecen, alivian y relajan el músculo político demasiado agarrotado con tanta bronca.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad