La sostenibilidad ha dejado de ser una opción para convertirse en la principal garantía de supervivencia. Aquella empresa que no sea sostenible dejará de ser viable. Mensajes como estos no han dejado de sonar en los últimos años, sobre todo desde que en 2015 la ONU aprobase los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que ponen el acento en mejorar la calidad de vida de los seres humanos, el impacto en nuestro planeta y recursos naturales. En la actualidad son muchos los que están tomando medidas a nivel individual, empresarial o de las administraciones públicas para evitar «llegar al borde del abismo» como pronosticó en 2019 el secretario general de la Naciones Unidas, Antonio Guterres. Pero a nadie se le escapa que las iniciativas son insuficientes, lentas y precisan de la unión de los sectores público y privado para cambiar el rumbo del planeta.

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En la Comunitat Valenciana son ya un gran número las empresas las que están implementado medidas en sus políticas de gestión destinadas a cumplir los ODS, establecer la igualdad, las oportunidades, la justicia y el cuidado del medio ambiente. Pero a la vista está que aún queda mucho por hacer y el plazo marcado por la ONU para alcanzar los ODS expira en 2030.

Estos días me ha causado grata sorpresa la decisión del Ayuntamiento de Gandia de apostar para el verano de 2025 por los chiringuitos de playa sostenibles en los que no se permitirá utilizar los plásticos, se defiende el ahorro energético, el compromiso con el entorno, el uso de materiales reciclados y de la zona. Aunque habrá que esperar tres años hasta que acabe la actual concesión.

En Xàbia se ha impulsado un decálogo de buena conducta para el uso responsable de los recursos naturales y minimizar la generación de residuos. Ante esto, lo que está claro es que el tiempo apremia y debemos remar todos juntos para ser sostenibles y viables.

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