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Resultados de las elecciones sindicales entre el profesorado de la enseñanza pública no universitaria en la Comunidad Valenciana: una vez más, gana el Stepv (Sindicat de treballadors del ensenyament del Pais Valencià) por mayoría absoluta. Con casi el 50% de los votos, obtiene el 53,8% de los delegados (un total de 94). Para los no avezados en el sector, se trata de un sindicato que se sitúa en la órbita ideológica de Compromís, es decir, de izquierdas y nacionalista/catalanista, con reiteradas y obsesivas campañas en favor de la enseñanza pública, en contra de la concertada y de promoción del valenciano como lengua vehicular y casi única en los colegios, desterrando el castellano como si no fuera un idioma propio de los valencianos. La pregunta surge por sí sola: ¿es este resultado una representación de lo que es y de cómo piensa la sociedad valenciana? Es evidente que no. Podemos hacer la salvedad de que en unas elecciones sindicales siempre tienen ventaja los llamados sindicatos de clase, así como los sectoriales, porque son los que se trabajan el ámbito específico que acude a las urnas. Muchos trabajadores que en diversos sectores de la economía española votan a Comisiones Obreras o a la UGT es probable que en unos comicios locales, autonómicos o generales depositen su confianza en Ciudadanos o en el PP. En las elecciones sindicales se vota por un interés más laboral, salarial y profesional que por motivos ideológicos. Pero con eso y con todo, reconociendo ese factor que distorsiona cualquier lectura en clave estrictamente política, no deja de ser sorprendente que un sindicato abiertamente nacionalista sea no ya el mayoritario sino el que obtiene más de la mitad de los representantes. Y todo ello con un discurso que no deja lugar al equívoco, nadie puede decir que no sabe de qué va el Stepv, cuál es su ideología o qué defiende. Todo lo cual nos lleva a una conclusión: con independencia de que de cara a sus votantes, este sindicato lo haya hecho bien y haya cumplido profesionalmente con su cometido, es evidente que hay una quiebra entre el perfil de la sociedad y el del profesorado de la escuela pública, copado por el nacionalismo y la izquierda, en un proceso muy similar al que se registra en las universidades públicas, donde el pensamiento liberal-conservador está proscrito, mal visto y casi perseguido. Cuando cada vez más voces alertan de que el mayor problema al que se enfrenta España es el de la calidad de su educación, inmediatamente miramos a los políticos, a las continuas leyes de enseñanza, a su incapacidad para consensuar un texto duradero. Pero habría también que reflexionar acerca de la responsabilidad de un profesorado politizado, militante e ideológicamente sesgado. Ahí encontraremos la explicación a muchas cosas.
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