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Pasará mucho tiempo hasta que olvidemos la noche de la eliminación del Getafe y el pase a la semifinal de la Copa del Rey, mal que les pese a algunos. Fue una noche mágica. Cuánto tiempo hacía que no me subía a mi butaca en Mestalla para celebrar un triunfo y que me abrazaba a mi madre, sobrino y mis vecinos locos de emoción. Que critiquen todo lo que quieran nuestra celebración, pero nuestra pasión por este deporte y por este equipo es tan grande que seguiremos haciéndolo cuando el corazón nos lo pida. Los valencianos sacamos lo mejor de nosotros mismos cuando las circunstancias nos son adversas, es entonces cuando sale lo que llevamos dentro y era mucho.
Nos espera una dura eliminatoria ante el Betis antes de llegar a esa soñada final a orillas del Guadalquivir, pero que nos quiten lo 'bailao'. Nada es imposible después de lo vivido la otra noche. Los andaluces parten para muchos como favoritos por aquello de que son más graciosos, que la final se juega en su estadio y que Sevilla mola mucho. Como siempre decimos por aquí, nosotros a lo nuestro. Sólo nos tiene que importar los miles de corazones valencianistas que latirán por todos los rincones del mundo.
Tardé más de 30 años en celebrar un título del Valencia. Y luego he vivido varios. Y he viajado a finales, unas ganadas y otras perdidas, y esa experiencia es inolvidable. Por eso ahora pienso en mis sobrinos y en los más pequeños y veo la posibilidad de que puedan disfrutar de esto sin necesidad de esperar otros 30 años. Ver sus rostros, su ilusión por ir a la final no tiene precio. Ojalá el Valencia llegue a jugarla, por ellos, para que se den cuenta, más aún, que son de un club muy grande, capaz de lo mejor y de lo peor. En eso consiste ser valencianista, sufrir mucho para algún día celebrar algo con toda nuestra alma. Y también, claro, por nosotros, que como hemos vivido algunas queremos repetir y no esperar otros 30 años.
Motivos hay para ser optimistas y abandonar el sendero del desánimo y volver a creer en este equipo y sus posibilidades. Volver a creer en nuestro entrenador, del que yo nunca tuve dudas. El equipo jugó en Barcelona un gran partido ante Messi y diez más. Fue el Valencia 'bronco y copero' que queremos, ese que lucha, muerde y se deja la piel.
Y si a todo ello le añadimos la relación que vive el equipo con la afición, nada puede impedirnos creer que 'sí se puede'. Empieza ese largo camino, de dos partidos, para llegar a esa final. Y en ese camino el Valencia no estará sólo. Mañana en Sevilla más de 700 valencianistas nos dejaremos el alma para no tener que sufrir en la vuelta. Y ya os digo que el 25 de mayo volveremos a Sevilla, porque soñar es gratis.
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