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Cómo será la percepción que tenemos de nuestros políticos si no recibamos con absoluto estupor y descrédito la noticia de que Cristina Cifuentes podría fichar como concursante de 'Supervivientes'. Consideramos -aun con extrañeza- que es posible que la expresidenta de la Comunidad de Madrid acabe en un 'reality' de Telecinco junto a varios participantes de 'Mujeres y hombres y viceversa' o, en su defecto, de alguna de sus parejas que se haya hecho famosa por contar lo que hacían o no en la cama. A nadie la resultó descabellado que la que un día se barajó como sucesora del mismísimo Rajoy fuese anunciada como reclamo del concurso estrella de Telecinco. Las nuevas puertas giratorias en la política conducen a los estudios de televisión, a selvas y casas mediáticas donde la capacidad para montar bronca está muy bien valorada.
Por eso no es extraño que la cadena de Mediaset pesque en el Congreso a otros posibles concursantes para sus formatos después de lo visto estos días en el hemiciclo durante la investidura de Pedro Sánchez. Se llevan la palma (en cuanto a posibilidades de terminar en un 'Gran Hermano' cualquiera) Arrimadas y Abascal, que son de lejos los que mejor dominan el arte de la trifulca y la crispación. Quien haya visto alguna vez un programa de estas características sabrá que los personajes que más aguantan son los que mayor número de conflictos provocan. Por las Cortes Generales han opositado estos días unos cuantos que podrían desembocar en la palapa para nominar con Jorge Javier, desde el secretario general del PP mandando a dormir al candidato a la presidencia mientras exponía su discurso hasta esa diputada de ERC que aseguró que la gobernabilidad de España le importaba un comino. Y a uno le daban ganas de preguntarle qué se le había perdido entonces por aquellos lares.
Yo no sé si Cifuentes ha tenido alguna vez madera de superviviente porque lo cierto es que no logró resistir a los embistes desde dentro y fuera de su partido y acabó cayendo por una crema a 25 euros el frasco. Los que sí han demostrado que saben resistir -eso no me lo podrán negar desde ningún extremo del cuadrilátero en el que se ha convertido este país- son Sánchez e Iglesias, ahora presidente y casi vicepresidente, pero que no hace mucho eran prácticamente repudiados en sus partidos y entre algunos de sus votantes. El uno fue desalojado por los suyos y le tocó ir haciendo la reconquista desde muy abajo. El otro soportó escisiones y múltiples cuestionamientos públicos e incluso llegó a echarse a un lado para procurar un gobierno. Al final los dos han salido victoriosos. Por el camino cayeron potenciales ganadores como Soraya Sáenz de Santamaría, Cospedal, Madina o Albert Rivera. Los consumidores de telerrealidad bien sabemos que la audiencia siempre se encariña con el marginado, con el que tiene a la mayoría en contra. Vamos a tener que ver más 'realitys' para entender mejor la actual política española.
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