Té tanta força que s'engarrota
CUARTO MENGUANTE ·
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Lo que más llama la atención del asunto del tren que no cabe en los túneles cántabros es la cantidad de organismos implicados para desembocar ... en tal chasco, porque seguramente es eso lo que explica el resultado chapucero. Cuenten: Gobierno Central, con su Ministerio de Transportes y la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria; gobiernos autonómicos para cuyos territorios son los nuevos trenes de vía estrecha encargados (Cantabria y Asturias, pero también Castilla y León y País Vasco, donde se extiende la red de vía estrecha), Adif y Renfe, la empresa constructora CAF y alguna que otra consultoría que, como está mandado, habrá participado en los sucesivos pasos de redacción de proyectos, comprobación, control, ver que se ajustan a lo que toca, verificar lo que corresponda; más todo lo referente a las normas de seguridad y riesgos, cuestiones de medio ambiente, sostenibilidad... Y la UE, que pone dinero.
Es comprensible que entre tal maraña se les pasara por alto lo del gálibo, que es palabra poco común que ahora han echado a rodar y que es la dimensión máxima de un vehículo para que pase sin chocar por un sitio 'techado', como un puente, un túnel o un garaje.
Viendo lo que se estila es fácil comprender que entre unos y otros se liaran con citas, reuniones, envíos y reenvíos de documentación entre oficinas, en plan pásame la parte de los asientos, o pídeselo al de Madrid del otro día que se lo habrá pasado el de la consultora, o dime qué dimensiones tienen los bogies y si se ajustan a la homologación. Un galimatías de correos cruzados, cantidad de información digitalizada, porque ahora todo ha de estar digitalizado, y a ver qué día de estos nos vemos por ahí y nos hacemos un cocido montañés. Pero se les olvidó coger un metro para medir a conciencia. Hay más confianza en el corta, pega y graba que en comprobar in situ. Se da por bueno lo que se supone que ya está bien. Además, tenemos drones que controlan. Y aquí pone que está lloviendo, lo dice la aplicación; y se da por válido, más que si te asomas a la ventana y avisas: pues no, está seco. ¿Cómo es eso?, si aquí dice que llueve.
Hace tiempo, en un picadero de caballos de La Puebla de Farnals, Mariano, su dueño, le dio a un cliente el último animal que tenía libre: «Tin a Chindo, el cavall electrónic», dijo. El jinete se quejó enseguida «porque no arranca, apenas se mueve», y Mariano le soltó: «Es que té tanta força que s'engarrota». Pues con esto de los trenes, parecido; en resumidas cuentas, hay tanto 'especialista' alrededor que es comprensible que el tren se 'agarrote'. Como decía aquel: «deu pal sac i el sac en terra». Es lo que se estila. Pasa mucho. Y no nos lo aclararán del todo.
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