Borrar
Urgente DIRECTO | Último día de las Fallas 2025

Cuando los teletipos sonaban

EL ESTADO DE LA COMUNITAT ·

Las noticias salían de una máquina. Nos comíamos la calle. Hoy vamos de algoritmos a audiencias

Arturo Checa

Valencia

Domingo, 16 de octubre 2022, 00:11

En la vieja redacción de Gremis, a tiro de piedra de la actual, había un cuarto que era casi un altar. Allí, en dos estancias ... poco más grandes que trasteros, estaba la fotocopiadora, enorme y ruidosa, la misma en la que la leyenda jamás confirmada decía que alguien había fotocopiado al perrillo de la directora en una tarde gamberra. Pero sobre todo había una habitación casi litúrgica: aquella en la que estaba la máquina que recibía los teletipos. Un trasto que imprimía todas las últimas horas y todas las noticias de agencia. El whatsapp y el Twitter de hoy en día hechos cachivache. En una época sin móviles y sin internet, aquel cuarto era uno de nuestros faros. De aquel sitio salía un tremendo estrépito cada vez que la máquina emitía un rollo de papel con lo último en Sucesos, Cultura o Deportes. Ahí no había orden ni concierto. Sólo el que impartían Ramonet y Miguelito, los dos ordenanzas que se encargaban de cortar los teletipos y llevarlos a la mesa de la jefa, María Consuelo Reyna, quien con un boli marcaba la sección a la que debían dirigirse: 'suc', 'cul', 'dep'... Las alertas del Linkedin me recuerdan que esta semana cumplo 24 años en LAS PROVINCIAS. Dos décadas en las que la profesión ha cambiado muchísimo. En aquellos días las redacciones estaban vacías hasta última hora de la mañana y repletas a medianoche. Eran mañanas de cafés con abogados y policías, comidas con jefes superiores, noches de copas con compañeros o fuentes, de confesiones y risas. Era un periodismo con las fuentes más cercanas, más humanas. Lógico cuando entonces quizás éramos cuatro o cinco medios en Valencia y hoy se reúnen decenas en cualquier noticia de cierta relevancia. El humo del hoy prohibido tabaco revoloteaba entre las mesas de los periodistas. En el cajón de alguno hasta llegué a ver yo una petaca («como los periodistas sufríamos tanto, teníamos que emborracharnos todos los días», ironizaba el maestro Gabriel García Márquez). Era un oficio más canalla, con más piel, quizás menos analítico que ahora pero con un pulso más cercano de la realidad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Cuando los teletipos sonaban