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Oficialmente estamos en crisis: tiemblen porque por fin lo ha reconocido Pedro Sánchez. No vaya a ser que le pase como a Zapatero. Y como ... les gusta construir relatos sólo advierten de «trimestres complejos» -según Nadia Calviño- como si así, al dividir por tres un año, la travesía se nos fuera a hacer más corta. Tomándolo con humor este reconocimiento explícito de realidad es carne para la mejor de las chirigotas de Cádiz, o si lo prefieren, la evidencia de que los políticos habitan otro universo paralelo.
Hoy en día hay pocas experiencias más democratizadoras -salvo la muerte que nos iguala a todos- que pasar por la caja del supermercado. Comprar un poco de leche, algo de pollo, cereales o aceite es pagar mucho más que antes. Independientemente del estado de salud de tu bolsillo. Súmele la luz, el gas, la gasolina y las hipotecas para romper por mitad la columna vertebral de cualquier economía doméstica. Un desastre.
Y en este contexto estudios, informes y encuestas publicadas los últimos días coinciden en afirmar que septiembre va a ser el mes en el que vamos a ver las fauces reales de la crisis. Pero hasta que llega septiembre parecen animarnos a disfrutar enloquecidos del verano. Apurando la edad de la inocencia. Y así, no puedo evitar tener la impresión de que somos como los felices pasajeros del Titanic horas antes del choque definitivo con el bloque helado y su posterior hundimiento.
Para bien o para mal pronto lo comprobaremos porque el mes nueve está a la vuelta de la esquina. En cualquier caso, coincidirán conmigo, que Nadia Calviño no debería observar la realidad como si fuera una imparcial tertuliana, incluso si me apuran, como si se hubiera vuelto a enfundar su chaqueta de funcionaria de Bruselas. Porque no lo es. Es la responsable de la política económica de este país y como tal debería estar contribuyendo a resolver esta crisis con medidas reales y que además de verdad se apliquen después. Que no se queden en meros anuncios. Sólo así y en comunión con la Unión Europea se podrá corregir la tendencia peligrosa de estanflación -estancamiento más inflación- que vive nuestro país desde hace ya mucho tiempo. Incluso antes del malvado Putin. Y si me permite un consejo este gobierno: no cojan vacaciones este verano mientras las cosas estén tan mal para la mayoría de españoles.
Necesitamos soluciones que no son sólo estrictamente económicas. Les pongo un ejemplo: el binomio crisis e inseguridad ciudadana está irremediablemente unido. Los índices de criminalidad en la ciudad de Valencia están disparados: robos, atracos, palizas y violaciones son episodios cada vez más comunes. Hay demasiados barrios donde la gente no puede caminar sin miedo. Sin tomar precauciones previas. Nos acercamos peligrosamente al ejemplo de otras ciudades ya imposibles de habitar como Barcelona. Soluciones hubiera sido, por ejemplo, sacar adelante por unanimidad la propuesta del PP para asignar más policías en nuestra ciudad. Sin esperar al temido septiembre.
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