Urgente Un cortocircuito en el techo de la cocina se apunta como causa del incendio en el bingo de Valencia

Valiente. Brillante. Extraordinaria. Insuperable. Ejemplar. La lista de elogios que la define es cuasi infinita. No cabría en el espacio reservado para este artículo. Sirena de la eterna sonrisa. Imposible mirarla sin que te contagie su alegría permanente. El pasado viernes el Teatro Campoamor quedó ... boquiabierto al escuchar sus palabras de agradecimiento por el premio Princesa de Asturias de los Deportes: «¿Quién me iba a decir en 1995 cuando oí las palabras 'no vas a volver a andar' que el camino que iba a recorrer con mi silla me iba a llevar hasta aquí?». Con cinco récords mundiales y casi un centenar de medallas en su palmarés, entre ellas, veintisiete en seis Juegos Paralímpicos, la última en Tokio, es la atleta española más laureada. Inició su trayectoria de élite después de que le diagnosticaran una neuropatía por la que perdió la movilidad en las piernas. «La vida simplemente continuaba por un camino distinto al previsto». Así definió en el escenario ese momento que le llegó a los 19 años. Tras aquello se lanzó a la piscina. Se tiró al agua con el salvavidas que le compró su madre. La misma que siempre la cogió de la mano y nunca le dijo «no puedes, no debes, no sigas, no lo vas a lograr» sino «hazlo». Y con ella, siempre a su lado, descubrió que además de flotar aquello de la natación le gustaba y se le daba bien. Su fuerza de voluntad, tesón y esfuerzo ilimitado hicieron el resto hasta llevarla a ser una leyenda. En 'La fuerza de un sueño: entrena tus emociones para superar los límites' escribió este pasaje: «Si alguien me dijera que podría volver atrás en el tiempo y no quedarme en silla de ruedas, le diría que no, si eso significase que no iba a vivir las experiencias que he tenido desde el día que dejé de caminar». En aquel libro describía también que la base de su planteamiento vital es aplicar diariamente lo que denomina como teoría del espiralismo que consiste en el poder que cada ser humano tiene para «construir» su propia felicidad creando una constante «espiral de optimismo» a su alrededor.

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La filosofía, esa gran olvidada, nos recuerda que el destino baraja las cartas pero nosotros las jugamos con nuestras actitudes cuando las ponemos encima de la mesa. Hace veintiséis años, Teresa Perales decidió que le quedaba mucha partida por delante. Y que ninguna barrera, por imposible que pareciera, le impediría luchar por sus sueños. Su discurso de Oviedo debería enseñarse en las escuelas y en las empresas. Porque para que la sociedad avance en los admirables valores que ella representa, niños y mayores deben tener claro que personas como Teresa Perales son el icono de referencia.

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