Nada me aterroriza más que olvidar una contraseña, no conseguir recordar la clave para acceder a un correo, una página y o un sitio en el que te registraste hace tiempo y que eso te impida resolver un trámite pendiente. Que el ordenador o el ... móvil te indiquen que no, que la palabra que estás introduciendo no es la correcta, que no es la llave que necesitas. Apenas son unos dígitos, pero de colocarlos en el orden correcto depende que sea posible completar tu acción. No es baladí, por tanto. Lo intentas una vez, y otra, y otra, y así hasta que el sistema no te deja continuar y te advierte de eso que llevas minutos tratando de que no ocurra, eso para lo que nadie se siente preparado, una pérdida de contraseña.
Publicidad
¿Porque qué implica que no rememores tu contraseña? Que debas restablecerla de nuevo. Y eso, que podría parecer un proceso sencillo, tal vez se convierta en un verdadero quebradero de cabeza, en una pesadilla para la que no siempre se está preparado. No queda otra, puede uno patalear o mentar a quien sea, pero si el aparato en cuestión ha dicho que has llegado hasta ahí nadie será capaz de hacerle cambiar de opinión. Si él te asegura que has olvidado tu contraseña, has de creerle, claudicar e iniciar el proceso para reactivar el servicio.
Conseguir una nueva contraseña no es fácil, es algo que se ha ido complicando con el tiempo además. Hace unos años uno, simplemente, debía colocar el nombre de su madre o el del lugar en el que había nacido para que sirviese de herramienta intermediaria para consultar su correo u otros servicios. Ahora no, ahora si se te ocurre fijar un vocablo de cinco o seis letras cualquier servidor se ríe en tu cara y te pregunta que dónde vas, que con eso no tienes nada que hacer.
Con suerte solo te solicitarán que tu nueva clave tenga al menos nueve letras, que una de esas sea mayúscula, que se combinen vocales y consonantes y que se incluya un número y un elemento especial, una arroba, un paréntesis o un asterisco. Esa es la opción más simple. Todo siempre y cuando hayan comprobado que no eres un robot -hoy en día nadie sabe con quién está tratando-. Para salir de dudas se te requerirá que señales cuántos semáforos, pasos de peatones o camiones ves. Y por un momento dudarás de si estás en el oculista o cambiando tu contraseña. Todavía puede ser peor si osas a usar una clave que ya hayas utilizado alguna vez anterior. No, es que además hay que ser original. En ese caso serás condenado a empezar de nuevo y si te rebelas y levantas sospechas te obligarán a realizar otras comprobaciones para cerciorarse de que no has suplantado a nadie, enviándote un mensaje al teléfono móvil o a otro mail del que posiblemente tampoco recuerdes la contraseña.
Publicidad
Y finalmente, cuando consigas lo querías, posiblemente lo que no recuerdes es qué querías consultar o abrir. O no te queden ganas.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.