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Urgente Muere una joven al ser atropellada en un paso de peatones de la Ronda Nord de Valencia

Tiempos modernos

Antonio Badillo

Valencia

Jueves, 26 de septiembre 2019

Un simple viaje familiar desentraña lo que Chaplin denominaría tiempos modernos. Llegas a Andorra, restringes los datos móviles para no ser otra víctima más de la usura y mientras saboreas el reencuentro con la libertad que te robó un cuatrero con estómago de litio soslayas cómo la angustia repta hasta la garganta de la tropa adolescente. De súbito la ráfaga de bilis generacional te golpea el colodrillo. Conato de rebelión en el asiento trasero del coche. «Esto es desesperante», lamenta la líder de los amotinados, los ojos fuera de órbita en busca de algún rastro de cobertura. «¿Y en este búnker cómo me comunico?», pregunta su compinche ante la mordaza de la red social. No menosprecies el fenómeno. Se llama nomofobia y viene a confirmar que progreso y futuro pueden ser antónimos. Vendimos el alma a la tecnología y ella nos lo paga con cicuta, convirtiéndonos en inmensos proyectores de una película que es nuestra vida, cuyo guión adaptamos capítulo tras capítulo al veredicto de la crítica. Ya no somos lo que queremos ser, sino lo que percibe la mirada de los demás, timón de nuestro estado de ánimo, sobre todo cuando la edad nos hace vulnerables. Niñas que van de discomóvil marcadas como corderos, con camisetas donde se lee su cuenta de instagram, atiborrada de fotos que se hacen unas a otras en la calle, posando en los lugares más inverosímiles, y que suben a la red con calculada disciplina laboral, a la hora perfecta, algo así como el 'prime time' del postureo. Chavales que arrastran altavoces colgantes desde los que uno sospecha que no atruena su música predilecta, sino la que encaja en la imagen que quieren transmitir. Tampoco es plan de ponernos tremendos. La sociedad siempre ha sido un gran club que se reserva el derecho de admisión y eso genera peajes. Sin embargo, compartido el fin en esencia, la diferencia entre ayer y hoy estriba en los medios. Nunca fue tan fácil perder el control, la identidad, la autoestima, y arrojar tu vida al pozo de la insatisfacción.

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