TIENDA DE LAS OLLAS
Mª ÁNGELES ARAZO
Domingo, 1 de septiembre 2019, 08:45
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Mª ÁNGELES ARAZO
Domingo, 1 de septiembre 2019, 08:45
Siempre la califiqué como la tienda abuela de la ciudad porque fue fundada en 1793; luego es bicentenaria. La tienda siempre ha permanecido en la esquina de la calle Jofrens, muy próxima a la plaza Redonda y a Santa Catalina. Curiosamente no vende ollas, aunque en algún tiempo sí las expendió, y se hicieron tan populares que la gente comenzó a llamarle la Casa de las Ollas, olvidando que su nombre auténtico era San Vicente; eso sí, la imagen del santo dominico subsiste en una hornacina llena de luces y de flores de tela. Antiguamente presidía la procesión del 'Miracle del Mocadoret'. Se trata de una talla articulada desmontable, condición que facilitó su escondite durante la guerra.
Miguel Francisco Almenara Pérez, gerente en el tiempo de la entrevista, disfrutaba en ese ámbito de los prodigios domésticos, como un mago, extrayendo objetos de la chistera; lo conseguía abriendo armarios o destapando cajas que se apilaban debajo del mostrador, que contenía hileras de cuentas de cristal veneciano, áncoras doradas para los comulgantes, estuches con azabaches, trenzas rubias de cabello natural, cañamazos bordados con pavos reales, caprichosos botones de plata; letras enlazadas en papel finísimo, pauta para el punto de cadeneta marcando mantelerías y sábanas para el ajuar; piezas que alguna vez se quedarían sin estrenar, en el arca, herencia para sobrinos de tía bondadosa y solterona, que alguna vez habría comprado en la Tienda de las Ollas un Sagrado Corazón y un San Antonio.
En las vitrinas que jamás se modernizaron, está también gran parte del santoral: San Nicolás y San Blas, con sus mantos de colorín colorado y sus barbas blancas. Sant Antoni del Porquet, Santa Rita con la espinita en la frente.¡Tantos ganadores del cielo de merengue!
En la tienda se conserva la única máquina que consigue agujas para pasar perlas. Tiempo vivido que ahora se actualiza con orfebrería del conjunto de la indumentaria valenciana; y no faltan ni los rodetes de cabello de todos los tonos. Borlas, lentejuelas y abalorios mil, en la querida tienda abuela.
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