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Hace unas semanas os decía que había que tener ilusión y creer que todavía podíamos hacer algo grande esta temporada. Pues bien, empiezo a tener mis dudas. Y es que pensar una semana en positivo y la siguiente ser tremendistas va en nuestro adn. Cuando todo se nos pone a favor y nuestros rivales fallan nosotros no aprovechamos la oportunidad y dejamos escapar, salvo milagro, lo que era uno de los objetivos, la Champions. Y sí, todavía nos queda la puerta de entrada por la vía de la Europa League, pero asegurarla antes nos evitaría muchos dolores de cabeza y mucho sufrimiento.
No seré yo la que diga que este año ha sido un fracaso. Primero porque no ha terminado, segundo porque hemos llegado a la final de Copa del Rey y estamos en semifinales de la Europa League y tercero porque una cosa es la liga y otra la temporada. Si sólo estuviésemos vivos en la Liga y no se consiguiese plaza para la Champions, sí sería un fracaso. Pero llegar a la final de la Copa del Rey y a la semifinal de la Europa League, no es un fracaso, son dos logros en los que pocos confiábamos. Aún se pueden ganar dos títulos. Por eso, sería decepcionante no conseguir algo de todo lo que está en juego. Está siendo una temporada rara, de contrastes, en la que se mezcla la sensación de fracaso con la de decepción. Llegar a dos finales de Champions fue un éxito y perderlas no fue un fracaso, fue un mazazo en toda regla.
Hemos llegado al final de la temporada, a los jugadores ya se les nota el cansancio y la falta de ideas y hemos perdido jugadores por lesión. Y esto, con todo lo que nos estamos jugando, es un gran problema. Es el momento de saber administrar lo que tenemos y sacar el máximo rendimiento. El entrenador en esto tiene mucho que decir y los jugadores mucho más. Han de ser conscientes de que todo lo que viene bien vale un último esfuerzo. Los aficionados nos lo tenemos que aplicar también. No vale ahora no animar y estar callados. Mestalla en el partido contra el Éibar parecía un cementerio. Y el día primaveral, con lo que nos jugábamos, invitaba a que fuese una fiesta. Nada más lejos de eso. Dejémonos de dividir y sumemos. Dejemos las rabietas para cuando todo esto acabe.
A estas alturas otras temporadas ya se estaba hablando de salidas de jugadores a otros clubes con lo que desestabilizaba al equipo esos rumores. Hoy todavía no hemos oído ningún runrún y esto denota que todos, incluidos nosotros los aficionados, estamos centrados en un mismo objetivo.
A mí la palabra fracaso no me gusta, no la suelo utilizar y soy optimista por naturaleza. Esperemos a que acabe la temporada para calificarla de una manera u otra. Lo que está claro es que puede ser «todo o nada».
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