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Tomadura de pelo

TRAZOS ·

Con Sánchez no cabe diálogo ni tregua

IGNACIO GIL LÁZARO

Sábado, 11 de abril 2020, 09:25

La última ocurrencia de Sánchez tiene truco como todas las suyas. Consiste en invocar la gravedad del momento para tratar de conseguir una reedición de aquellos históricos «Pactos de la Moncloa» que dieron soporte a la democracia española en su etapa inicial. Una tomadura de pelo vista la conducta que el presidente del Gobierno ha mantenido antes y durante esta crisis. La cínica y sectaria habitual. Conviene pues no dejarse engañar. En realidad, lo que Sánchez intenta al plantear esa propuesta no es más que forzar a la oposición blandita para que trague sin rechistar y respalde unos Presupuestos Generales del Estado conforme a la conveniencia de Sánchez y su tropa con los que él pueda asegurarse la continuidad en el cargo un par de años como mínimo y aquí no ha pasado nada aunque sean miles los muertos causados por su imprevisión, irresponsabilidad e incapacidad y esté dejando a España en la ruina. Sánchez esgrime pues un señuelo para timoratos. Invoca ahora «unidad y lealtad» tras dedicarse antes y durante la pandemia a dividir a los españoles, insultar a las fuerzas políticas opositoras, pasarse por el forro sus deberes con el Congreso, intentar enmudecer a la prensa crítica y utilizar el estado de alarma con un tufo autoritario suspendiendo de facto derechos fundamentales como si fuera un estado de excepción pero sin declararlo legalmente por imposición de sus socios podemitas y separatistas. Mientras, permite a Pablo Iglesias tratar de desmontar el modelo constitucional vigente para ir haciendo camino en la instauración de ese comunismo bolivariano al que Podemos tanto debe y admira. Así las cosas, es preciso ser claros. A Sánchez le importa un pito el interés nacional y lo ha demostrado con creces. Está a lo suyo, que es seguir a la cabeza del Gobierno sea cual fuere el precio que le exijan sus aliados y las consecuencias demoledoras que eso comporte para el porvenir inmediato de España. Ojo por tanto a ese buenismo tibio azuzado por algunos. Afirmar la necesidad de «actuar todos juntos» constituye una trampa para memos. Equivale a no exigir cuentas de sus desmanes a este Gobierno y convertirse en cómplice de sus actuaciones futuras. Es lo que Sánchez persigue mediante el respaldo de las televisiones regadas con dinero público y del resto de medios obedientes a la izquierda. Toca por tanto responder al ardid con valor y coherencia. No valen medias tintas. Abascal lo ha hecho negándose a entrar en el juego. Casado duda como siempre. Arrimadas mordió el anzuelo. Por eso, cada día resulta más patente que Vox es la única respuesta firme. Con Sánchez no cabe diálogo ni tregua.

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