Toreros en El Beato

Con esos compromisos en el magín afrontaron la faena de darle réplica a las seis novillas que el ganadero Zacarias Moreno, les había encerrado. Todas ellas lustrosas, repetidoras y exigentes, como corresponde a sus orígenes, ahí es nada, Garcigrande y Daniel Ruiz. Lo que viene a decir que los toreros tuvieron que emplearse con lo mejor de sus armas. Cada uno con las propias: Cayetano, enjuto y fibroso, hizo gala de esa raza que tanto nos recuerda a su progenitor, también de su amor propio y ese porte de galán que tanto llena las plazas. «Quiero ofrecer este año desde el primer momento mi mejor versión», nos dijo.

Por su parte, Ginés Marín, con menos suerte en el sorteo, ante su lote tuvo que desplegar toda esa ciencia que emana del poder y el compromiso que le está acreditando como torero de largo recorrido, de cabeza despejada y técnica grácil. El carácter de las becerras no le permitieron florituras, pero si mostrar que la mente y las ganas, las tiene puestas en cuajar como torero de lujo. «Intuyo que esta temporada me tiene reservadas cosas bonitas». El toreo estará de enhorabuena.