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Toses sospechosas

CUARTO MENGUANTE ·

Vicente Lladró

Valencia

Sábado, 12 de diciembre 2020, 08:28

No puedes toser. Te miran mal. No tan mal como si estornudas, que entonces ya se giran a mirarte en tropel, pero casi. Y va a más. Tienes un picorcillo de garganta, estás con gente, y te tienes que reprimir. Vas a toser, lo sabes; se te están agolpando las ganas y las aguantas como puedes; que al final no podrás retenerlas más y te saldrán unas toses repetidas, como ametrallando, o sea casi peor que si te hubieras dejado llevar por el espasmo inicial; pero querías evitarlo, porque sabes que en estos tiempos las toses son sospechosas. Se te giran todos y se quedan mirando, como diciendo: a ver si... Y tú, entre tos y tos, conforme puedes, medio aguantándote aún, medio soltándolas con sordina, en medio del intento de autorrepresión y entre lagrimones, aún tienes que pedir disculpas y dar explicaciones: «No, si no es nada, es que me he resfriado un poco». «Sí, sí, resfriado, dice», sueltan los más atrevidos y cercanos, o lo comunican así las miradas acusicas de los distantes, lo que más duele. Porque toser, hoy, está muy mal visto; peor que nunca. Y no valen mascarillas por medio. Si toses, mejor estarías confinado. Da igual lo que sea. Por si acaso.

«¿Has ido al médico?», te apuntaban antes, cuando te veían apurado con un acceso de tos. O bien apuntaba alguien medio en serio pero en tono de cierta complicidad: «Tómate algo; no me gusta esa tos que tienes». Y podías responder con parecida guasa: «Bueno, me la cambiaré». Pero todo eso se ha venido abajo en estos tiempos de pandemia, distanciamiento y mascarillas. Toser molesta casi tanto al que oye toser como al que tose. Eso ha sido siempre, pero ahora se le añade a la molestia la sospecha de si vamos a estar ante alguien que nos pueda contagiar. Nada de bromas. «¿Te has hecho las pruebas?», te indican a la mínima. «¿Tienes fiebre?» Bueno, si tienes una febrícula ya puede ser el colmo, aunque sea de cualquier otra cosa; de una gripe común, pongamos como más corriente. «No, es que me he atragantado un poco al comer y aún anda un grano de arroz que se ha colado por la parte de dentro de la nariz». Y no vale, claro, te van a mirar con igual mala cara. «Sí, sí, la nariz...» Ni se te ocurra ponerte a toser en un restaurante por un grano de arroz que se te cuele. Sal corriendo al baño, escóndete como puedas, y no regreses hasta que haya pasado todo y puedas demostrar que estás recio, bien sonriente y dispuesto a todo.

¿Y el estornudo? ¿Qué decir del estornudo? O peor aún, de una mala racha de estornudos repentinos. Sin mocos, ¿eh?, y sin fiebre ni otras molestias. Sólo veinte o treinta estornudos seguidos. «Es por la alergia», aclaras como puedes. Sí, claro, la alergia; ¿qué va a decir?

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