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No me traten de chico que tengo cincuenta y siete

UNA PICA EN FLANDES ·

Domingo, 10 de abril 2022, 00:34

El jueves cogí ese nuevo tren barato llamado Avlo. En todo me pareció igual al otro caro llamado Ave, incluso pude comprar un refresco en el bar que va en un carrito. Bueno, en todo igual no, mi sorpresa fue que nos tutearan por los altavoces. Aquello de «recuerde coger su equipaje» en el tren de precio módico se sustituye por algo así como «no te olvides de pillar tu mochila, chaval». O sea que si compras un billete caro te tratan de usted y si compras uno barato de tú. En mi opinión, puestos a diferenciar, debería ser justo al revés, quienes mayor esfuerzo hacen para viajar son los que merecen un respeto más hondo. Se ha establecido una relación inexplicable entre transporte a bajo coste y trato informal que resulta caricaturesca, como si al quitarte el usted se ahorrasen algunos eurillos o como si al fingirse tus colegas fueses a perdonar todas las incomodidades. En los aviones económicos ese trato nada formal ha degenerado, ya sin remedio, en maltrato (no cabes en el asiento, te riñen por cualquier cosa, te incomodan con ventas todo el tiempo, te cobran un plus si notan que te encuentras a gusto...), pero nada impide que el sobrecargo se haga el simpático al saludar con un: «Hola, chicos».

¿Chicos? ¿Cómo chicos? Tengo cincuenta y siete años y he pagado mi transporte al precio al que lo ofrecían, a mí que no me hablen como si fuera un crío. Soy un cliente y exijo cierta distancia educada entre la empresa que presta un servicio y mi espacio vital. No me subo a un avión para pasármelo pipa, sino para que me lleven de un sitio a otro con las menos molestias posibles. También es cierto que esta familiaridad de llamarte «chico» se extiende como una mancha de aceite por el metaverso de la hostelería. Dejando a un lado el hecho pasmoso de que en España el número creciente de bares tiende a ser igual al de clientes, en todas las nuevas tabernas, llamadas sin descojonarse «gastrobares» o «taperías de autor», el asesor gourmet atiende a las mesas en plan: «¿Qué os pide el cuerpo, chicos?». En el bar Nodo de toda la vida al cliente siempre se le ha tratado por su nombre y si no de usted, como corresponde a las personas con las que no has compartido piso. Decaemos.

No quiero volver a los tiempos de mi padre que llamaba «joven» a los dependientes y «caballero» a los de los grandes almacenes, pero sí que no me traten de chico porque la juventud la dejé atrás. Pagar poco por algo no debe significar que te apeen la consideración. Confundir informalidad con modernidad es tan antiguo como la moda yeyé. No soy un chico, para mi desgracia ya soy un mayor.

Confundir informalidad con modernidad es tan antiguo como la moda yeyé

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