Con la compra ya en las bolsas y al tiempo que el cliente se disponía a pagar, la chica de la caja del supermercado informó, ... como suele hacerse en tal caso, del importe total: «Cuarenta y siete con treinta», dijo. Y el cliente, que ya tenía la tarjeta en la mano y la acercaba al dispositivo pertinente, a la espera de escuchar a continuación el 'clic' que aporta satisfacciones por la operación concluida, se le ocurrió exclamar. «¡Qué barato, creía que sería más!». La chica entendió la frase como un gesto de humor ante la secuencia de continuadas subidas de precios, y sonrió mientras aseveraba en tono neutro: «Es que hay que ver cómo se está poniendo todo». Las dos señoras que ya dejaban sus compras sobre el mostrador de caja se sumaron a la escena con sus comentarios. Se las notaba agraviadas tras comprobar cómo había subido lo que llevaban. Todo sucedió muy rápido. Las dos mujeres se apresuraron a reafirmar lo de la carestía e insistieron con palabras acostumbradas, como «qué barbaridad, no se adónde iremos a parar, es que no nos llega el dinero...»

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El hombre pensó de repente que igual no le entenderían su broma, que quizás pensaran que no lo veía tan caro, cuando estaba completamente de acuerdo, es natural; pero, ya puesto, se le ocurrió seguir con la ironía y esta vez con un dato cierto que seguro que les iba a chocar. Mientras recogía el tique soltó: «Pues sepan ustedes que entre todo lo que he comprado va un producto que sigue estando al mismo precio que hace casi tres años.»

El 'ohhhhhh' se extendió por el ambiente y miraron desde todas las colas de las otras cajas, cajeros y cajeras incluidos, como diciendo: pero qué dice ese chalado, se ve que se empeña en montarla. O algo así. La chica de la caja, que ya estaba pasando por el scanner los productos de las señoras que venían detrás, dijo: «No me lo creo, será un milagro». Y las clientas igual: «No puede ser, es imposible», soltaron a dúo».

En medio de continuas subidas de precios resulta milagroso encontrar algo que siga valiendo lo mismo

«Pues tan cierto como que estamos aquí y hablamos de ello, se lo juro», quiso mostrarse convincente el cliente. «Hay un producto en mis bolsas que sigue con igual precio desde hace casi tres años, vale poco más de un euro y ya cuando lo descubrí entonces me pareció de lo más económico, y desde luego es imbatible por calidad y coste». Y sí, coincidió en que «es sorprendente, o una casualidad que perdura».

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La cajera y las clientas aceptaron que si lo decía aquel hombre con tanta convicción tal vez fuera verdad, pero lógicamente reclamaron saber más: «¿Qué producto es?,» Pero el cliente se resistió a desvelarlo: «No se lo digo, que se enterarán los de arriba y seguro que lo suben. Pero créanlo, es un milagro».

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