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LAS TRES VIDAS DE SIFAN HASSAN

La cantina ·

La atleta neerlandesa quiere batir el récord del mundo en Valencia. Lo hará con las zapatillas 'supersónicas'

Domingo, 27 de octubre 2019, 12:08

Hay algunos días concretos del año en los que me gusta correr más que otros. Adoro levantarme a las seis de la mañana a finales de junio en La Mola, la zona más alta de Formentera, para salir a trotar por el bosque, cuando el calor da un respiro, dejándome caer hasta una cala, en la más completa soledad, mientras la isla comienza a desperezarse. Y luego toca apretar los dientes y regresar cuesta arriba.

O ponerme mi careta de cerdo el 30 de diciembre para participar con mi chica en la San Silvestre. Sin más pretensión que pasarlo bien sin que apenas se acelere el pulso. Y, un día después, otra vez de noche, cuando quedan cuatro horas para que acabe el año, meterte en el circuito del río, ya con muy pocos corredores, y dejarte llevar en medio de una paz inusitada en un carril saturado el resto del año.

Hay dos días más donde me gusta no fallar: la víspera del maratón y el medio maratón. Porque esas dos mañanas puedes tener la suerte de que, de repente, mientras tú intentas avanzar con una zancada medianamente digna, sin que siquiera hayas podido intuirles, te pasa un grupo de atletas africanos, tan livianos como sigilosos, como si corrieran con pies de felino, con el mismo ritmo cardiaco que yo en la San Silvestre, y, aún así, los pierdes de vista antes de que adivines quién es quién.

Por eso este sábado -escribo estas líneas el viernes- me calzaré mis zapatillas baratas, nada que ver con esos artilugios que llevan ahora los atletas, y me lanzaré a la carrera a ver si me cruzo con esa excelente ristra de fondistas que han venido a Valencia a correr el medio maratón más rápido del mundo.

Y quizá me cruce con Sifan Hassan, la mujer que deslumbró al planeta hace unos días en Doha, en los Mundiales de atletismo donde logró un doble triunfo sin precedentes: en los 10.000 y en los 1.500. Y lo hizo con tal superioridad -en las 25 vueltas, por ejemplo, acabó cubriendo los últimos 1.500 metros en 3:59.09, una marca que la situaría entre las 15 mejores del año en el ranking del kilómetro y medio- que fue imposible no hacerse varias preguntas.

Porque esta atleta neerlandesa parece no tener límites. Ha sido capaz de batir el récord de Europa de medio maratón y en diez meses acabar con el mundial de la milla y, por el camino, con el de 5 kilómetros. A mí esa versatilidad me asusta. Para comprenderla hay que dar un salto hacia atrás en el tiempo y conocer las tres vidas de Sifan Hassan.

La primera nos transporta hasta Etiopía, donde nació en 1993. La pequeña Sifan creció en el seno de una familia de la región de Oromía, la división étnica más grande del país pero también la más castigada. Aquella opresión empujó a su madre a coger a su hija y salir corriendo, dejando atrás una vida que no les gustaba.

La segunda nos lleva con ellas hasta los Países Bajos, donde se instalaron. Sifan Hassan empezó a mostrar allí su talento innato, el mismo que llevan en los genes decenas de etíopes. Aquella chica, que logró la nacionañodad neerlandesa en 2013, era buena, pero no era alguien excepcional.

No saltó la banca hasta que una decepción en los Juegos Olímpicos de Río la impulsó a marcharse a entrenar a Portland dentro del Nike Oregon Project, donde empezó su tercera vida. Allí, con los agónicos y controvertidos métodos de Alberto Salazar, un destacado fondista convertido en entrenador, se transformó en la mejor atleta de mediofondo y fondo del mundo.

De Salazar se viene sospechando que hace trampas desde hace años, desde que el británico Mo Farah empezó a acaparar todas las medallas de oro de 5.000 y 10.000. Allá por 2015 los tabloides ingleses ya acusaban a Salazar de recurrir al dopaje.

Salazar parecía reirse de todos. Hasta que el 30 de septiembre la agencia antidopaje de Estados Unidos, con Travis Tygart a la cabeza, le echó el lazo y le inhabilitó durante cuatro años por traficar con testosterona.

Nike acabó cerrando el Oregon Project. Qué más daba, si tenía a todo el mundo hablando de sus zapatillas 'supersónicas'. Unas zapatillas que sencillamente han cambiado las reglas del juego con el beneplácito de la IAAF, que parece indiferente a la indudable mejora -cerca de 90 segundos en un maratón- que aportan a los atletas. Hassan ya no tiene a Salazar, ahora le asesora Charles van Comenee, pero al menos le quedan las zapas de Nike con las que quiere batir el récord del mundo en Valencia. ¿Su cuarta vida?

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