Los entierros en Mariúpol son colectivos, sin ceremonia, sin familiares; hay peligro hasta en el cementerio. La ciudad, ocupada durante la Primera y la Segunda ... Guerra Mundial, hace frente, ahora, al asedio de las tropas rusas. Sin luz, agua o calefacción, sin alimentos, sin corredores humanitarios seguros. ¿Es que no hemos aprendido nada? El fotógrafo Evgeniy Maloletka recorre las calles de la ciudad y documenta los ataques a civiles. Una de sus fotografías, viral, muestra a Marianna tras el desalojo del hospital materno por bombardeo. Conmueve profundamente. La imagen, única, es bella, porque capta el instante en el que algo se transforma y roza una vida, como diría Furio Colombo. Marianna, desorientada, entre los escombros. Esperaba la llegada de su hija y ha caído un misil. La maquinaria rusa de propaganda, lejos de conmoverse, niega el ataque al hospital y niega a Marianna. En el búnker, tras el nacimiento de Verónika, dos días después, Marianna recupera su identidad. Es la hora de la verdad. Maloletka coge la cámara y dispara.

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La invasión de Ucrania demuestra el poder de la propaganda y nos recuerda que no se puede dar nada por supuesto, nada por ganado. Putin ha utilizado los horrores de la Segunda Guerra Mundial para lanzar al ejército ruso contra los ucranianos: los soldados rusos se creen rodeados de nazis, sinónimo de extermino y esclavitud. Como lo oyen. Nerviosos, tirotean a una familia que huye de los bombardeos, tras dar el paso franco. Por si acaso.

Es difícil saber con certeza cuántas vidas sesgadas a golpe de misil reposan en Mariúpol para siempre. ¿Los recordaremos? El paso de los años juega en contra de las víctimas: la memoria pierde fidelidad, la imagen se desvanece. Llega un año, triste, en el que el Día Europeo en Memoria de las Víctimas del Terrorismo, que celebramos el 11 de marzo, no aparece en las portadas de los diarios en un país duramente castigado por el terrorismo. Como parte del proyecto «Memoria y Prevención del Terrorismo» los escolares valencianos han empezado a estudiar las consecuencias del terrorismo en las aulas. Las unidades didácticas les permitirán conocer, según el director del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, el sufrimiento de las víctimas. Ellos no lo saben, pero viven en una Comunidad Autónoma que sabe de dolor, en la que 14 personas fueron asesinadas por ETA, el Grapo y los grupos yihadistas. Desconocen el sacrificio y el dolor de los 16 valencianos que han muerto en actos terroristas lejos de casa, de los heridos, los familiares. La verdad, incluso en tiempo de paz, se abre paso con dificultad.

El paso de los años juega en contra de las víctimas: la memoria pierde fidelidad, la imagen se desvanece

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