El Valencia ha agotado sus oportunidades. No hay ni se merece una más. Pasado mañana, el director general del club, Mateo Alemany, está en la obligación de poner encima de la mesa un plan concreto, solvente y verdadero para vender las parcelas del viejo campo de Mestalla y terminar el buñuelo de hormigón de la avenida de Corts Valencianes. Alemany debe de ser la voz de su amo para garantizar las etapas de la salvación económica de un club que arrastra una deuda de 500 millones de euros. El único de España que cierra año tras año en números rojos. Nadie aceptará una media verdad ni una media mentira. Si la mejor opción es la venta a la cooperativa ADU, hay que concretar en esa rueda de prensa cómo y cuándo se van a cobrar esos cien millones de euros, qué piensa Bankia como máximo acreedor, cuáles serán las nuevas garantías, cuánto tiempo y en qué condiciones se jugará en el viejo Mestalla y cuál es el modelo que se quiere implantar en el nuevo estadio.
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Las preguntas son necesarias y las respuestas obligadas. El valencianismo no puede salir de esa rueda de prensa sin la verdad por delante, convencido. El hartazgo ha llegado a tal punto que hasta vender por debajo del valor neto del campo se acepta ya como un alivio y un mal menor. Y no puede haber ni una puerta abierta a la duda sobre la empresa que se puede quedar con las parcelas. El historial de las cooperativas está lleno de borrones pero en este caso la relación con el Valencia debe ser impoluta y transparente. Hay dos años por delante para jugar en el nuevo estadio. Dos ejercicios para cumplir los plazos marcados por la única Actuación Territorial Estratégica que ha sobrevivido a la crisis. Un club con 500 millones de euros de deuda no puede soportar más mentiras. Un nuevo fracaso sería el camino más corto hacia la desaparición.
Hace tiempo me contaron que Peter Lim, el que iba a poner 150 millones encima de la mesa para comprar las parcelas si no salía un comprador, podría utilizar el asunto de la cooperativa como estrategia para quedarse las parcelas. A un precio menor que los 150 y ligeramente superior a los cien de la actual oferta. Hace unos días la misma canción me llegó por otro sitio. Hay cosas que no me quiero llegar a creer. Del estadio del Valencia ya lo he visto todo, incluidas cuatro maquetas de la misma empresa. Espero con impaciencia la rueda de prensa del martes, las palabras de Alemany, la consistencia del club y un futuro despejado. Cualquier otra cosa serán bufas de pato. Una duda más, un horizonte de incertidumbres. Estamos en el momento clave para descubrir si el proyecto de Lim va en serio. Si Meriton, de verdad, tiene proyecto.
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